¿Es hora de cambiar de móvil? Todos nos lo hemos preguntado en algún momento, especialmente cuando el presupuesto no es tanto como para ir cambiando de dispositivo con frecuencia o si estamos relativamente contentos con el funcionamiento de nuestro teléfono actual.
Con la cantidad de gangas de móviles geniales por menos de 200 euros, es difícil resistir la tentación de actualizar tu terminal con relativa frecuencia. ¿No estás muy convencido de si deberías o no? Quizá estos indicativos te ayuden a inclinar la balanza en un sentido o el contrario.
1. Te quedas sin espacio con frecuencia
Una de las grandes maldiciones de Android es que no importa cuánto espacio de almacenamiento disponible tengas en tu teléfono, antes o después se te va a quedar corto. Además, teniendo en cuenta que todavía se siguen vendiendo teléfonos con solo 8 GB de almacenamiento interno, es normal que muchas personas tengan que pelearse cada día para lograr actualizar sus aplicaciones.
Aunque puedes hacer varias cosas para liberar espacio en el móvil, a la larga es una batalla que difícilmente vas a ganar. Con un aprovechamiento casi residual de las tarjetas de memoria (aun hoy en día) y con aplicaciones cada vez más pesadas, un teléfono con el almacenamiento justo casi te proporciona más frustraciones que alegrías.
2. La batería te dura un suspiro
Cualquier batería tiene una vida útil determinada, y es que su capacidad de carga va disminuyendo con el uso. Si sigues todas las recomendaciones para mantener la integridad de tu batería lograrás alargar su uso pero inevitablemente seguirá durándote menos que recién comprado.
Aquí debes andarte con ojo pues entran más factores además del propio wear level (desgaste de la batería), y es que es el propio Android el que se va volviendo más lento y pesado tras un tiempo instalado y estar saturado de aplicaciones. Si quieres comprobar de verdad que la batería está hecha polvo, la mejor forma es restaurar el terminal de fábrica.
Por supuesto, podrías comprar una nueva batería e insuflarle nueva vida a tu teléfono, aunque para llegar al punto en el que la batería de tu móvil esté inservible seguramente tu móvil sea ya algo viejo (a no ser que hayas maltratado bastante a la batería). En dichos casos deberás valorar si merece la pena invertir más dinero en tu teléfono o pasar página.
3. Tu versión de Android es muy vieja
Otro problema desgraciadamente común es que el fabricante del dispositivo se niegue a lanzar un nuevo firmware, dejándolo anclado en una versión de Android desfasada. Se podría decir que, de media, los fabricantes actualizan una versión mayor en toda la vida útil del dispostiivo (por suerte, hay excepciones), mientras que Android lanza una nueva versión religiosamente cada año.
No hay ningún problema en usar una versión algo antigua de Android, aunque es inevitable que antes o después empieces a perder compatibilidad con las últimas actualizaciones de tus aplicaciones favoritas. Si es tu caso, un modo de darle nueva vida a un terminal que se está quedando viejo es instalar una ROM como LineageOS.
4. Le tienes que esperar con frecuencia
Seguramente no necesites Snapdragon 835 y 8 GB de RAM para abrir Facebook y mandar mensajes por WhatsApp, pero eso no quiere decir que algunos SoC se estén empezando a quedar algo oxidados para el uso en el día a día, con aplicaciones pesadas, ventanas superpuestas y páginas web que ponen al procesador al límite.
Si te encuentras con frecuencia esperando a que tu móvil termine "de pensar", y no le estás forzando a hacer nada fuera de lo común como cargar un nuevo juego 3D con geniales gráficos, quizá vaya siendo el momento de que te plantees encontrarle un sustituto. No es cuestión de comprarte el último flagship para que todo vaya fluido, un gama media actual será mucho más eficaz que otro de hace unos años.
5. No tiene giroscopio o lector de huellas
Hace unos años los lectores de huellas no eran demasiado populares, pero desde que todo el mundo está empeñado en sacar su propio sistema de pagos con el móvil, se están convirtiendo en un accesorio imprescindible para llegar al futuro. Probablemente no necesites el lector de huellas hoy en día, pero de cara al futuro es algo a tener en cuenta.
El giroscopio, por su parte, es uno de esos sensores que algunos fabricantes tuvieron la "genial" idea de recortar por ahorrar costes (no está, por ejemplo, en el Galaxy A5 original), y que está ganando protagonismo últimamente con el alza de la realidad virtual / Cardboard. Sin giroscopio no puedes capturar a Bulbasur con realidad aumentada, lo cual ya no creo que te importe mucho, pero quién sabe qué otros juegos y utilidades lo necesitarán en el futuro.
6. La cámara no es demasiado buena
Hoy en día hasta el móvil más accesible cuenta con una cámara decente, mientras que las fotos de tu preciado terminal de hace unos años podrían ser algo más duras de ver. No solo eso, sino que podrías haber arañado la lente, consiguiendo fotos más borrosas de lo que te gustaría.
Teniendo en cuenta que estamos pasando de la comunicación mediante texto a incluir cada vez más imágenes, y que cada vez hay más personas que dejan la cámara en casa y usan su smartphone como una solución todo-en-uno, la calidad de la cámara es definitivamente algo a tener en cuenta.
7. Secretamente deseas que se te rompa / pierda
Terminamos la lista con un indicio que no depende del móvil en si mismo, sino en tí. Si eres como yo y te da cosa cambiar de teléfono a no ser que no tengas más remedio, probablemente estés empezando a impacientarte porque tu viejo smartphone sigue tan vivaz, útil y precioso como el primer día.
Te gustaría comprarte uno de los nuevos modelos pero ya tienes tu teléfono, y funciona. Sí, está algo anticuado, tiene una versión de Android de hace tres años y le cuesta cambiar entre aplicaciones pero... funciona. En este caso no puedo convencer de si deberías sucumbir a la tentación o mantenerte fiel a tu viejo Android, pero recuerda que puedes reusar un Android viejo para otros proyectos varios.
En Xataka Android | Guía para comprar móviles Android de segunda mano
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