La carga rápida, esa obsesión. Hace un par de años, en una edición del MWC, fabricantes como OPPO anunciaron la carga rápida de 240W, capaz de cargar un dispositivo en 9 minutos. Bienvenidas sean estas tecnologías, pero desde hace años se está perdiendo el foco en lo más importante de una batería: su autonomía.
La evolución en autonomía está siendo mínima en las nuevas generaciones, y a pesar de que tenemos pantallas, procesadores y componentes que prometen ser más eficientes, seguimos sin superar cierta barrera de días de uso u horas de pantalla. No necesito cargar el móvil en 10 minutos, necesito que me dure dos días sin despeinarse.
El auge de la carga rápida
Aún recuerdo cuando OnePlus anunció su Dash Charge en el OnePlus 3T. Este teléfono tenía una batería de 3.400mAh (cifra imposible para los días que corren). Nos parecía una locura que el teléfono se cargase hasta el 60% en apenas media hora, aunque la carga completa demoraba más de una hora. En esos tiempos, la competencia tardaba cerca de las dos horas en cargar, por lo que era un récord.
La carga rápida ha ido dando saltos de infarto, sin dar tiempo a que se estandaricen si quiera los 30W. Móviles como el POCO X4 Pro ya cargan a 67W, mientras la gama alta empieza a saltar a los 80W (como en el caso del OPPO Find X5 Pro), ya hay móviles con carga de 240W y se empieza a hablar de 300W, una carrera de locos.
El punto positivo es lo rápido que está expandiéndose la carga rápida en móviles económicos, y es que casi toda la gama media cuenta con al menos 33W, y actualmente muchos ya cuentan con carga de 60W o 70W. ¿El lado negativo? Nadie parece pensar en la propia duración de la batería.
Crecen los mAh, pero no lo autonomía
Medir autonomía no es sencillo, ya que el tiempo de pantalla depende de múltiples factores. Es por ello que es habitual hacer pruebas estandarizadas como el tiempo de llamada, de navegación web o tiempo de reproducción en vídeo multimedia. Portales como GSMarena hacen este tipo de medición, por lo que es fácil comparar generaciones anteriores con las nuevas.
Vayámonos, por ejemplo, a 2016, un año importante para la telefonía. Fue el año del mítico Samsung Galaxy S7 Edge, de los primeros Google Pixel y del iPhone 7 Plus.
Tomando datos de GSMarena, vemos que móviles como el Huawei Mate 2 o el OnePlus 2 superaban, siempre sobre el papel, las 30h de tiempo de llamada. Según estos mismos datos, móviles como el Google Pixel 6, el Galaxy S21 FE o el Galaxy S24, o bien no llegan a esas cifras o, si las superan, lo hacen por muy poco.
Si no queremos irnos al dato técnico, siempre podemos recurrir a las citadas horas de pantalla. Si os hablo de móviles que he podido probar a fondo, encontramos que un Google Pixel 2 XL (con su batería de 3.520mAh) duraba unas 6 horas de pantalla, lo mismo que un Pixel 6, cuya batería es de 4.600mAh.
Misma cifra nos ofrecía el S7 Edge, que rondaba entre 5 y 6 horas de uso intenso. Cifra similar a la del S22 Ultra de 2022. La gama alta parece estar estancada en estas cifras desde hace algunos años, y la gama media, si bien suele durar algo más, no ha logrado romper con fuerza la barrera de las 10 horas de pantalla o los dos días completos de uso. Habrá terminales que lo logren, por supuesto, pero no es la norma.
Si grabamos en 4K, abusamos de datos móviles, jugamos a títulos exigentes y vamos con el brillo alegre, sigue siendo igual de fácil matar un móvil a media tarde como hace unos cuantos años. Es cierto que contamos con un hardware mucho más potente y con cada vez más funciones, pero los saltos en litografía y fabricación de componentes (al menos como nos los venden los fabricantes), suelen ir orientados a mejorar la eficiencia energética.
Abrimos así el debate sobre si prefieres carga rápida o que el móvil te llegue sobrado al día o par de días de uso intenso, teniendo que recargarlo, por ende, bastante menos y cuidando su batería más.
En Xataka Android | Llevo más de doce años usando Android y estos son mis consejos para organizar la pantalla de inicio
En Xataka Android | Duelo de IA: ChatGPT contra Microsoft Copilot. Misma inteligencia con distinto envoltorio