Llevo muchos años usando relojes inteligentes, y es innegable que han evolucionado hasta convertirse en dispositivos realmente útiles e incluso independientes, si así lo queremos, al contar con muchas aplicaciones y usos que no requieren del móvil. Sin embargo, los relojes no son los únicos wearables que han mejorado notablemente con el paso de los años: las pulseras inteligentes hoy son mejores que nunca.
Hace ya muchos años, cuando las primeras “smart band” comenzaron a llegar al mercado, la mayoría ni siquiera tenía una pantalla. Hoy en día estas pulseras de actividad se han convertido en dispositivos más que capaces, que aunque no cuentan con todas las características y funciones de un reloj inteligente, sí ofrecen lo que necesito en un wearable para mi día a día, en la medida justa, e incluso tienen algunos beneficios.
Pulsera inteligente para el día a día. Smartwatch para ocasiones que valgan la pena
El reloj inteligente que poseo actualmente tiene una pantalla de gran tamaño, que se ve perfectamente bajo la luz del Sol. Gracias al sistema operativo Wear OS cuenta con muchas aplicaciones, algunas que permiten cosas como descargar música en el reloj para escuchar mis canciones favoritas al salir a correr sin necesidad de llevar el móvil, e incluso puedo utilizarlo para controlar el ordenador, si por algún motivo eso quiero.
Todas estas son funciones y características muy útiles, pero también tienen algunas consecuencias negativas: al ser una pantalla más grande y un sistema operativo complejo y muy capaz, su consumo de batería es mayor. Este es el talón de Aquiles de los relojes inteligentes: son muy buenos, pero suelen requerir recargar su batería cada 2 días o quizás, con suerte, cada 3, en los modelos modernos.
¿Qué ventajas tiene una pulsera inteligente para el día a día?
La batería de las pulseras inteligentes dura muchísimo más. La primera ventaja es la más evidente: al ser dispositivos menos potentes y con menos capacidades, tienen una mayor autonomía. La batería de las pulseras inteligentes se carga entre cada 7 y 14 días en promedio, por lo que no es un problema para el usuario. La ponemos en la muñeca y nos olvidamos de conectarla al cargador por al menos una semana o diez días, y esto es fantástico.
Claro, como mencioné, las pulseras son menos capaces que los relojes inteligentes. Normalmente dependen de un móvil, por lo que no suelen contar (al menos la mayoría) con tecnologías como WiFi, GPS o, por supuesto, conexión a redes móviles. Su sistema operativo también es más básico y permite hacer menos cosas, y la pantalla, aunque hoy en día tienen un gran tamaño, también es menos avanzada que la de un reloj. Todo esto se traduce en un menor consumo de energía, y por lo tanto, mayor autonomía. Y esas dos semanas de batería con cada carga son una gran ventaja para el uso diario.
La pulsera inteligente desaparece cuando la uso. Los relojes inteligentes son grandes, tienen una pantalla de tamaño generoso para ver aplicaciones. Esto es muy útil, pero también tiene un inconveniente: usar el reloj es menos cómodo en algunas situaciones que usar una pulsera inteligente. En mi caso, me refiero especialmente al dormir. En cambio, puedo llevar la pulsera las 24 horas del día, mientras duermo, mientras salgo a hacer una compra, en todo momento, nunca me la quito porque desaparece en mi brazo. Bueno, me la quito para ducharme, porque aunque son resistentes al agua, prefiero no usarla en la ducha.
La pulsera inteligente hace lo que necesito de un wearable para el día a día. Con el reloj inteligente puedo incluso escribir y enviar un mensaje en WhatsApp o responder correos electrónicos, lo cual se siente increíble la primera vez que lo haces. Pero en mi día a día, cuando trabajo o estoy en casa, la pulsera me ofrece lo que necesito: notificaciones con respuestas rápidas, monitoreo para la salud e información del calendario y el clima. Y la verdad es que el seguimiento del sueño y de los ejercicios funciona realmente bien en las pulseras. ¿Necesito más funciones, esas que me ofrece el reloj inteligente? Sí, claro, y las uso constantemente. ¿Pero las necesito todo el tiempo? No, realmente no.
Por último, las pulseras inteligentes son mucho más baratas. Y esta ventaja tiene que ver con el tipo de usuario que seas. Por ejemplo, si estoy moviendo unos muebles en casa y le doy un golpe a la pantalla de mi smartwatch, me voy a preocupar mucho más que si le doy un golpe a la pantalla de mi pulsera. Estos dispositivos cuestan entre 40 y 80 euros en promedio, mucho menos que los 200 o 300 euros de un reloj inteligente. No es que sean descartables, pero sí son más accesibles, y una gran puerta de entrada al mundo de los wearables.
En mi caso, tengo ambos dispositivos, y puedo elegir cuando usar cada uno. Normalmente en mi día a día llevo la pulsera inteligente para monitoreo de salud, de sueño y al correr. De resto, al salir de casa, al ir al gimnasio o en otras ocasiones, prefiero usar mi reloj porque se que le daré un uso más intensivo, y que luce mucho mejor. Al fin y al cabo, es algo que llevamos como parte de nuestra vestimenta, un accesorio.
Foto de portada | Eduardo Marín para Xataka Android
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