Los relojes inteligentes se han convertido en un dispositivo cada vez más relevante entre los usuarios de smartphones. Y es que actualmente no sólo pueden ser una extensión del móvil para ver notificaciones y responder mensajes rápidamente, además de contar los pasos que caminamos, sino que también son herramientas que pueden funcionar de forma independiente y hacer muchas cosas que hace apenas unos años no podían.
En un mercado lleno de alternativas y marcas, la pregunta que me hago cada dos años, aproximadamente, es cuál podría ser mi próximo reloj inteligente, si es que quiero seguir usando uno (siendo sincero, ya estoy tan acostumbrado a usarlos que la respuesta a esta última pregunta es un “sí” rotundo). Al igual que en los móviles, hay varios factores que influyen en la decisión al hacerme con un nuevo reloj. Y aunque la batería es importante, no es lo único relevante. De hecho, ni siquiera es mi mayor prioridad.
Un buen reloj inteligente no debe ser esclavo del móvil
Uno de los aspectos que considero más importantes en un reloj inteligente es que trabaje en conjunto con mi smartphone, pero no debe depender 100% de él. Y no necesariamente me refiero a que tenga conexión LTE (si la tiene, aún mejor); incluso aunque sea un reloj que dependa del móvil o de una red WiFi para obtener acceso a internet, debo poder usarlo de forma independiente.
Llevo puesto el reloj todo el día, excepto cuando me ducho (es resistente al agua pero, aunque me dedico al análisis de tecnología desde hace más de 12 años, se sigue sintiendo “raro” ducharme con el reloj puesto). Duermo con el reloj y salgo a todas partes con el reloj. Y muchas veces, cuando salgo a caminar o correr para ejercitarme, llevo el reloj pero no el móvil.
El reloj debe ser capaz no sólo de hacer un seguimiento de mis pasos y rutas, además del ritmo cardíaco y calorías quemadas (aproximadas), sino también debe contar con la capacidad de reproducir música. Actualmente aplicaciones como YouTube Music y Spotify permiten descargar canciones y listas de reproducción directamente en relojes Wear OS, así que sólo necesito sincronizar mis auriculares con el reloj y salir a correr.
Mientras más aplicaciones puedan funcionar de forma independiente y sin necesitar del móvil, mejor. Pero esto también significa que el reloj debe tener un buen hardware, especialmente, una capacidad de almacenamiento generosa, y un procesador y RAM con potencia suficiente para tener una experiencia fluida al usar cualquier app, especialmente si cambiamos constantemente de una app a otra.
¿Para qué voy a usar el reloj?
Esta pregunta va relacionada directamente con el hardware del reloj inteligente, y lo que espero de este dispositivo de muñeca. En el pasado, el motivo principal por el que quería un reloj inteligente era hacer un seguimiento de mi actividad física y ver, rápidamente, las notificaciones. Además, antes mi mayor prioridad era la autonomía.
En ese entonces, la respuesta la encontraba en una pulsera de actividad, y no en un reloj inteligente. La pulsera hacía justamente lo que quería: era una extensión del móvil para ver las notificaciones, hacía un seguimiento detallado de mi actividad física y sólo tenía que cargar su batería una vez cada 10 días o más.
Hoy en día, espero otra cosa. Mi mayor prioridad es un dispositivo de muñeca multifunción, con acceso a múltiples aplicaciones, que sea independiente del móvil en la mayor medida posible (como ya mencioné en el apartado anterior) y que tenga una pantalla e norme y llena de información. Teniendo esto claro, una pulsera de actividad ya no es suficiente.
Hardware potente y mientras más sensores, mejor
Para un obsesivo con las apps, como lo soy yo, es necesario que el reloj inteligente cuente con un procesador potente y mientras más RAM, mejor, para que de ese modo la experiencia de uso siempre sea rápida y fluida, sin importar si salto de una lista de reproducción descargada en Spotify a responder un WhatsApp en la app para Wear OS, todo esto mientras hago una pausa en mi rutina de ejercicios.
Este tipo de hardware conlleva un precio más elevado, lamentablemente. Modelos como el Huawei Watch GT 4 o el Samsung Galaxy Watch 5 Pro cuentan con este tipo de especificaciones bajo el capó, con un precio de al menos 250 euros, o incluso más. Es muy difícil encontrar un rendimiento de este tipo en un reloj de menos de 50 euros.
En cuanto a los sensores, ya que el reloj inteligente es un dispositivo que también está pensado para las actividades de salud, suelo buscar que cuenten con algunas capacidades que actualmente podríamos considerar básicas en un wearable: medición del ritmo cardíaco, seguimiento del sueño y medición de oxígeno en sangre son algunas de las más importantes. Pero si puede hacer más, mejor, como por ejemplo realizar electrocardiogramas o medir la presión arterial.
Diseño atractivo y una pantalla excepcional. Si no se ve bajo el Sol, ¿de qué me sirve?
No me malinterpreten, aunque haya dejado el diseño y la pantalla casi para el final, no significa que estos no sean dos aspectos muy importantes al momento de tomar la decisión de comprar un reloj inteligente. Después de todo, un reloj, sea inteligente o no, es un accesorio, prácticamente otra pieza de vestir que llevamos puesta.
Hay relojes inteligentes que, básicamente, parecen piezas de joyería, como es el caso del precioso Huawei Watch Ultimate, que si lo ves de reojo y no sabes lo que es, podrías creer que se trata de una pieza de relojería de alguna marca de lujo. Por supuesto, se trata de un reloj considerablemente costoso, pero que tiene buenos motivos para serlo.
Un estilo más deportivo, sin caer en lo simplista ni tampoco en lo excesivo, también puede ser muy atractivo. Un buen ejemplo es el Xiaomi Watch S1 Active, que ofrece unas buenas características generales junto a un diseño juvenil y deportivo, que no se siente sobrecargado.
Estos son dos extremos de diseño: uno más de lujo, y otro más sport, pero como no es nada práctico tener más de un reloj inteligente y usar cada uno dependiendo de la ocasión (como si es el caso en los relojes tradicionales), personalmente prefiero un punto medio entre ambos estilos: algo que se sienta, al mismo tiempo, clásico y casual, para usarlo todo el tiempo. Que sea elegante, pero no aburrido, como es el caso del Samsung Galaxy Watch 6 Classic, o el Huawei Watch GT3.
Y por último, la pantalla. Los tres aspectos que considero más importantes en este apartado son: que cuente con un panel AMOLED, que su nivel de brillo máximo sea considerablemente alto, y que los marcos sean mínimos, preferiblemente. Si la pantalla no es de buena calidad y no tiene un buen brillo, significa que probablemente no veremos muy bien el contenido en plena luz del día, y esa no es la experiencia que buscamos.
La parte más difícil: los sacrificios que estemos dispuestos a hacer
Idealmente, el reloj inteligente debería satisfacer todas nuestras necesidades y preferencias, pero a veces es necesario hacer algún sacrificio, que demos prioridad a algunas cosas sobre otras al momento de elegir. Y esto en parte es así porque, aunque busco un reloj que pueda funcionar de forma independiente (o lo más independiente posible), hay un aspecto importante que también debemos considerar: el ecosistema.
Los fabricantes suelen hablar de ecosistema por un buen motivo: si usas un móvil de una marca, es probable que los relojes inteligentes de la misma marca cuenten con funciones exclusivas, y trabajen mejor en conjunto. Los fabricantes suelen tener sus propios ecosistemas y sistemas para sus wearables. Es, en muchos aspectos, lo mismo que hace Apple con sus dispositivos: si usas un iPhone, te irá mejor con un Apple Watch que con un reloj Wear OS.
En mi caso, aunque tengo varios móviles, mi móvil principal de uso diario es un Galaxy S23 Ultra, y aunque he probado muchos relojes inteligentes, usar un reloj Galaxy con un móvil Galaxy tiene sus ventajas, especialmente si también sumamos a la fórmula unos auriculares Galaxy Buds. Esto me permite, por ejemplo, sincronizar los auriculares con el reloj de forma rápida y sencilla para usarlos al salir a correr (sin llevar el móvil), y una vez que regreso a casa puedo sincronizar rápidamente los Buds con el móvil otra vez.
También hay funciones exclusivas, incluyendo características como el electrocardiograma y la medición de la presión arterial, que sólo funcionan con móviles Samsung Galaxy (aunque hay formas de saltarse esta barrera), y la posibilidad de que se sincronicen el modo “No molestar” del reloj con el del móvil. De nuevo, que los fabricantes trabajen en tener un ecosistema no debería extrañarnos. Los ecosistemas, aunque ponen barreras, también tienen sus ventajas.
Más allá del ecosistema y las funciones, a veces no es posible tenerlo todo: a veces es preferible dejar de lado alguna prioridad para tener la mejor relación calidad-precio, dependiendo de lo que estemos buscando. Quizás tenemos que dejar de lado la mayor autonomía posible, quizás dejamos de lado el ecosistema, o quizás el diseño más premium. Todo sea por encontrar la mejor opción que se adapte a nuestras necesidades sin tener que gastar una cantidad excesiva de dinero.
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