En septiembre de 2011 Samsung dio un paso muy extraño en el IFA de Berlín. Aunció un móvil gigante para la época: el Samsung Galaxy Note. El teléfono era una rareza, pues además de su gran tamaño tenía un lápiz para tomar notas a mano (de ahí lo de "Note" de su nombre).
Han pasado casi ocho años desde entonces y hemos visto de todo en esta gama: innovación, apuestas arriesgadas, desastres absolutos y, recientemente, estancamiento y superventas. Con la presentación ayer de los nuevos Galaxy Note 10 entramos en el noveno año de la gama Note y es un buen momento para hacer un repaso a su historia.
Los primeros Note
Los primeros Samsung Galaxy Note fueron una de las grandes innovaciones de Samsung en el terreno de la telefonía móvil. Aunque había alguna experiencia previa de algún otro fabricante, nunca llegaron a cuajar las pantallas tan grandes hasta que Samsung se decidió a apostar por ellas.
Por cierto que visto en perspectiva las pantallas no eran tan grandes: el Note original tenía una pantalla de 5,3 pulgadas, lo que hoy sería por debajo de la media. Pero en dicha época lo normal eran las 4 pulgadas y el Note se veía enorme.
La gama Note tenía un tamaño entre un smartphone y un tablet, y por ello es que surgió el nombre de phablet. Todo un acierto que dejó marcado en la cabeza de muchos que si necesitabas ser productivo, con una pantalla grande, un lápiz para tomar notas y un terminal sin compromisos, había que decantarse por la gama Note.
Los primeros años de estos móviles fueron muy innovadores. Fueron los primeros terminales en soportar la vista dividida de la pantalla (esto llegaría más tarde a Android como estándar). También fueron los primeros terminales de Samsung en explorar acabados más sofisticados que el plástico, como la parte trasera de polipiel y los marcos metálicos.
Y no hay que olvidar el Samsung Galaxy Note Edge, el primer terminal con pantalla curva algo "masivo" (aunque era complicado encontrarlo) que se presentó al mismo tiempo que el Samsung Galaxy Note 4.
El desastre del Note 7
El Galaxy Note 7 presentó dos novedades principales: la primera es que se saltó la numeración (es decir, nunca hubo Galaxy Note 6) para ir al mismo ritmo que la gama S; la segunda, los terminales (no todos, pero sí suficientes) explotaban.
Esto hizo que Samsung retirara todos los terminales vendidos, recibiera muchas críticas por un diseño muy ajustado de la batería (aunque luego se demostró que no fue el motivo), tuviera que apuntarse unas pérdidas millonarias y el efecto para la marca, aunque finalmente no afectó a las ventas tanto como podía pensarse, fue notorio.
Quizá esto marcó un antes y un después en la gama Note. Estoy seguro que después del escándalo internamente se replantearon si dejar la gama morir y relanzarla con otro nombre o no. Pero decidieron mantenerla y quizá fue una gran idea: hoy apenas nadie menciona el episodio y los fans siguen comprándola (no hay más que recordar que a Samsung le costaba retirar los terminales defectuosos ya que los clientes no querían desprenderse de ellos y que se llegó a vender el Note 7 con el nombre de Fan Edition con la batería reparada unos meses después del escándalo).
El convencionalismo
A partir de este Note 7, la gama Note se ha vuelto más convencional, no tan innovadora. Se parece más a una evolución de la gama S presentada a principios del año pero algo más grande y con el lápiz que a un laboratorio donde experimentar tecnologías.
Es cierto que siempre innova algo, por ejemplo este año con los gestos del S-Pencil, pero no es tan relevante como algunas cosas que introdujeron en el pasado.
La innovación dura de Samsung ha quedado para fuera de la gama, por ejemplo con el Samsung Galaxy Fold. Efectivamente estos terminales, tan experimentales, han tenido sus problemas y desde Samsung han sabido, acertadamente, no ligar posibles fracasos a una gama que es superventas. Ya tuvieron una mala experiencia en el pasado y no pueden permitirse otro tropiezo.
Por tanto Samsung parece que en lugar de una gama flagship, como es la S, tiene dos, la S y la Note. Y simplemente las espacia en el año. Igual que OnePlus lanza dos terminales al año, a principios y a finales, Samsung lanza dos, solo que les pone nombres distintos y la gama Note es una pequeña evolución de la S presentada unos meses antes (eso sí, de mayor tamaño y con el S-Pencil).
¿Es malo ser convencional? ¿Está mal que la gama Note no innove tanto como en el pasado? Realmente no. Mientras Samsung, una de las empresas punteras de smartphones, siga innovando, ya sea en terminales específicos o en alguna de sus gamas medias o bajas (como cuando introdujo materiales de mayor calidad), está en el buen camino. Y es más que entendible que no quiera hacer experimentos con terminales destinados a ser superventas.
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