Desde la llegada de los smartphones, la pantalla de un teléfono móvil ha sufrido una evolución pocas veces vista en cualquier otro componente de un dispositivo portátil. Ya no hablamos de calidad, que también es importante, sino de cantidad y variedad.
Como ejemplo más cercano de diversidad, contamos con todos los dispositivos Samsung Galaxy que existen o han existido en el mercado desde hace unos cuatro años: smartphones, tablets, smartwatchs… Conozcamos un poco mejor cómo son las pantallas y cómo han evolucionado.
La resolución, el requisito más importante
La resolución determina el número de líneas verticales y horizontales que puede mostrar una pantalla. Si cuenta, por ejemplo, con poca resolución y gran tamaño, la calidad de sus detalles será bastante pobre, justo al contrario que si contamos con una pantalla de altísima resolución y tamaño normal o reducido, como es el caso del Samsung Galaxy Note 3 o el Samsung Galaxy Note 10.1 2014 Edition, que cuentan con resoluciones abismales en comparación al tamaño de sus pantallas.
Los primeros smartphones con Android llegaron en el año 2008, hace exactamente cinco años. En esa época, el rango de resoluciones era muy ajustado, lo básico para ver fotos y la interfaz del sistema sin mayor pretensión.
El primer Samsung Galaxy de la historia, el Samsung Galaxy I7500, apareció en el año 2009, un poco antes del popular y primer Samsung Galaxy S, y contaba con una pantalla AMOLED (la primera de la historia) de tan solo 3,2 pulgadas, con una resolución de 320 x 480 píxeles (estándar en esa época). El reciente Samsung Galaxy S4 cuenta con una apabullante pantalla de 5 pulgadas y 1920 x 1080 píxeles de resolución.
Hemos confeccionado una imagen a escala comparativa, y sus datos hablan por sí solos: en tan solo cinco años de evolución, hemos pasado de pantallas minúsculas con resolución pobre, a unas pantallas que, además de en tamaño y resolución, han crecido de forma increíble en densidad de píxeles.
Un alto número de píxeles por pulgada (PPP) provoca que los detalles en pantalla sean increíbles y su acabado resulte impecable a vista del usuario, es casi imposible ver píxeles por separado a simple vista.
Volviendo al primer ejemplo: en el Galaxy I7500 contábamos con tan solo 180 ppp de densidad de píxeles, ya que su resolución era baja y su pantalla minúscula, pero en Samsung Galaxy S4 contamos con 441 ppp, ya que su pantalla es tan solo 1,8 pulgadas mayor que la del I7500, pero la resolución es 400% veces mayor.
En el caso de tablets como la nueva Samsung Galaxy Note 10.1 2014 Edition contamos con una pantalla de 10,1 pulgadas y una resolución de 2560 x 1600 píxeles, que deja muy atrás el Full HD y le otorga una densidad de píxeles de 300 ppp. Una calidad increíble para tratarse de una pantalla de ese tamaño.
Las resoluciones más populares a lo largo de estos años han sido la mencionada HVGA (320x480 píxeles), WVGA (800x480), HD (1280x720) y Full HD (1920x1080). Cada resolución se ha ido adaptando a las necesidades de cada terminal concreto, aunque en la actualidad, como podéis comprobar, las resoluciones sobrepasan de forma abultada a los tamaños de pantalla, por lo que nos estamos acercando, poco a poco, a calidades de imagen en 4K (4096 x 2160, que es cuatro veces mayor que la Full HD) en las pantallas de los dispositivos móviles.
Tecnologías
Las pantallas, además de en su resolución, han evolucionado notablemente en su tecnología. Al principio, hace años, contábamos con pantallas táctiles resistivas y capacitivas: las primeras hacían uso de la presión del dedo para poder funcionar, no soportaban funciones multitáctiles, eran gruesas y de respuesta lenta. Las capacitivas cuentan con menos capas, hacen uso de nuestro dedo como puntero gracias al principio eléctrico de la capacitancia, son más rápidas y soportan múltiples dedos a la vez. Hoy en día todas son capacitivas, de hecho, el primer Samsung Galaxy, el ya comentado Galaxy I7500, ya contaba con pantalla capacitiva.
Otras tecnologías, además de su forma de funcionamiento, se enfocan en su calidad de imagen y aquí entra en juego Samsung con su pionera tecnología AMOLED (siglas de OLED de matriz activa en castellano), que, además de su ligereza, presentan una eficiencia brutal para las baterías, ya que cuando sus píxeles están en negro consumen 0W, y cuando están en blanco 0,7W.
Otras ventajas de las pantallas AMOLED son su gran ángulo de visión, que abarca prácticamente los 180 grados sin degradarse. A lo largo de los años, han aparecido otras variantes de ésta tecnología, como por ejemplo la Super AMOLED que monta el Samsung Galaxy S4, que cuenta con filtros que mejoran su visibilidad a plena luz del día y reducciones en su consumo energético.
Otra tecnología importante dentro de las pantallas móviles es la denominada IPS LCD (LCD con "alternación en el plano" en castellano), también muy habitual en otras pantallas del mercado móvil. Las ventajas de las pantallas IPS pasan por una buena relación entre luminancia y brillo y un ángulo de visión bastante amplio, similar al de las pantallas AMOLED.
Por el contrario, su consumo es más elevado, ya que los píxeles consumen batería, estén apagados o no. IPS LCD también cuenta con variantes de todo tipo, como una denominada ClearBlack, que permite mayor contraste, y una denominada Super PLS, que permite un ángulo de visión total.
Cuestión de tamaños, cuestión de necesidades
Tras las resoluciones, las densidades de píxeles y las tecnologías usadas, le llega el turno a otro factor clave en una pantalla móvil: su tamaño.
Como decíamos al principio de éste artículo, antiguamente usábamos smartphones de "tan solo" 3,2 pulgadas, que hoy en día es un tamaño realmente minúsculo (haced la prueba, buscad un antiguo móvil por vuestra casa y comparad con el actual).
Los primeros smartphones se movían en un rango que comprendía las 3 y las 4 pulgadas. El Samsung Galaxy S fue uno de los primeros en usar una pantalla de 4 pulgadas, tamaño rompedor para su época. A partir de aquí se estableció el nuevo estándar que superaba las 4 pulgadas.
Desde entonces, no era raro ver terminales que iban creciendo paulatinamente de tamaño cada pocos meses: 4 pulgadas, 4,3 pulgadas, 4,7 pulgadas. La gama alta en el mundo de los smartphones siempre ha sido la primera en crecer.
A partir del año 2010 comenzaron a hacerse comunes las tablets, dispositivos de 10 pulgadas aproximadamente que estaban a caballo, en tamaño, entre un portátil y un smarphone, unificando varias ventajas de los mencionados dispositivos en una sola filosofía.
El hito más remarcable lo marcó en 2011 el pionero Samsung Galaxy Note, un auténtico éxito de ventas que fusionaba smartphone y tablet en un dispositivo con una pantalla de 5,3 pulgadas (tremenda hace dos años). Nació con él la familia Samsung Galaxy Note.
Desde entonces, las novedades en cuanto a pantallas han pasado por regalarnos los mini-tablets, un dispositivo que se sitúa por encima en cuanto a tamaño, pero por debajo de los tablets originales, lo que nos ofrece tamaños de 7 y 8 pulgadas. También contamos con otros dispositivos inteligentes como el Samsung Galaxy Gear con su pantalla de 1,63 pulgadas y 320x320 píxeles de resolución.
Hoy en día, escoger tamaño de pantalla es cuestión de necesidades, ya que, al menos en Samsung, existen dispositivos que van desde las 3 a las 10 pulgadas y que abarcan prácticamente todas las gamas y precios.
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