En 2014 Samsung tenía un problema: su estrategia de seguir sacando móviles que fueran una evolución de lo anterior ya no le funcionaba como antes. Cada vez tenía más frentes abiertos y no era sencillo seguir vendiendo móviles con acabados de plástico al precio que lo hacían. El usuario premium cada vez tenía más en lo que elegir y el trono de Samsung peligraba.
Entonces decidió dar un vuelco y volver a lograr el efecto wow que habían perdido hace tiempo. De hecho ese mismo año con el Galaxy Note Edge lograron algo sorprendente aunque algo forzado. Pero era solo el principio.
El año pasado dieron un vuelco a la situación con la gama Galaxy S6. Dos modelos con acabado premium, uno de ellos con pantalla curva y un claro efecto wow, de esos que paran a la gente por la calle cuando lo ven en las manos de alguien. Y sin embargo...
Las ventas del S6 no acompañaron
En 2015 Samsung no logró crecer en ventas, a pesar de las buenas reviews del S6. Es cierto que también tuvo críticas porque abandonó algunos de sus estandartes (batería intercambiable, tarjeta SD) y cosas que eran mejoras en el S5 (resistencia al polvo y agua) pero lo cierto es que los problemas venían por otro lado.
Este año Samsung cierra la renovación de su gama alta de nuevo con dos modelos, el Samsung Galaxy S7 y el S7 Edge, que mantienen los buenos acabados, añaden potencia, mejoran la cámara de fotos y recuperan la resistencia a agua y polvo y la expansión por tarjetas SD.
Prácticamente todas las críticas que había con el S6 han sido resueltas y han cerrado una renovación muy potente de la gama alta en solo dos años. Los Samsung Galaxy S7 y S7 Edge van a seguir siendo los terminales de referencia de gama alta Android. Pero puede no ser suficiente.
Los problemas de Samsung siguen
Sin embargo los problemas de Samsung van a continuar. Tiene tres. Por un lado los competidores están a la altura. Sony, LG, Huawei y HTC tienen una propuesta de gama alta muy potente. Por otro tiene una avalancha de terminales por debajo en especificaciones y mucho más económicos para todos los gustos, tanto en acabados como en potencia. Y además está el iPhone.
Los competidores que están a la altura tienen terminales muy parecidos. Es cuestión de gustos y quizá Samsung sobresalga un poco, pero ya no estamos en los comienzos de Android donde había una clara diferencia.
Por otro lado los que vienen por detrás lo hacen pisando muy fuerte. Y arañan mercado. Tenemos cientos de terminales muy buenos a muy buen precio. Es cierto, no son tan redondos como un gama alta de Samsung pero muchos no lo necesitan. Por la mitad de precio que un Samsung S7 tienes terminales que tienen potencia sobrada para el 90% de usuarios, buena cámara y buenos acabados. Y no hablemos si no necesitas tanto.
Y luego está Apple, que ha logrado arañar cuota en la gente que quiere algo más, algo diferencial, y logra todavía vender a margenes muy altos, algo que Samsung parece seguir queriendo hacer pero no poder.
Este es el camino correcto pero puede que no sea suficiente
Samsung ha elegido el buen camino. Si quiere seguir vendiendo terminales a más de 700 euros no podía seguir ofreciendo cosas que ahora valen menos de 300. Los acabados y la experiencia debían ser superiores. Y aún así puede que no sea suficiente.
Veremos en los próximos 12 meses pero por lo visto en el pasado parece complicado que logre repuntar las ventas solo con esto. La diferenciación dentro del ecosistema Android es muy complicada, a pesar de las buenas impresiones de lo presentado ayer.
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