Xiaomi Mi Band: la compré porque era barata y ahora quiero la Smart Band 8 por todo lo que ofrece

Así ha evolucionado en el mercado la pulsera de actividad de la firma china, uno de sus productos más icónicos

Xiaomi Smart Band 8
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Corría el año 2014 cuando Xiaomi lanzaba uno de los productos más icónicos de su cartera, la Xiaomi Mi Band. Poco después, servidora se estrenaba con la pulsera de Xiaomi vía AliExpress para ver qué tal era la experiencia de llevar algo inteligente en la muñeca para sustituir a su reloj deportivo. Mucho ha llovido desde entonces: yo ya no concibo mi día a día sin un wearable para la actividad y la Xiaomi Band ha evolucionado una barbaridad como lo ha hecho el sector. Ya no es esa pulsera modesta de sus inicios: Xiaomi ha entendido cómo funciona el segmento, sigue puliendo su propuesta en su última iteración y yo ya no la compraría por ser solo barata.

Hay gente a la que la hora le da bastante igual (salvo para tareas tan imperiosas como ir a trabajar). Otras, sin embargo, recordamos a la perfección nuestro primer reloj, un Flik Flak rojo que más pronto que tarde fue sustituido los domingos por el reloj de la comunión. Como persona puntual hasta rozar casi la obsesión, se convirtió pronto en mi gadget más preciado. Con ese amor por la precisión y los datos, los wearables para la muñeca pronto se postularon como mi objeto de deseo.

Allá por 2015 dos gadgets para la muñeca llamaron poderosamente mi atención, si bien ambos se situaban en los extremos del segmento: el Apple Watch original y la primera Xiaomi Mi Band (pronto actualizada a la Xiaomi Mi Band 1S). Por aquel entonces usaba un pulsómetro de Oregon Scientific para hacer deporte, fiable pero algo tosco y no su pantalla no se veía demasiado bien en exteriores (eran otros tiempos). Y entonces llegó ella: mi primera pulsera de Xiaomi.

No competía en precisión con el pulsómetro, pero en honor a la verdad, no le hizo falta: me conquistó porque me olvidaba completamente de que la llevaba puesta. Por un lado, por su diseño ligerísimo y su resistencia IP67. Por otro, por su enorme batería. Que me costara 20 euros era la guinda del pastel y aunque tener que recurrir al móvil para ver los datos no es lo más práctico cuando haces ejercicio, nunca he sido una deportista intensiva que los use para apretarse y mejorar su rendimiento. Me gusta ver las métricas y agradecí dar el salto a la aplicación.

Band

La experiencia me gustó tanto que le regalé la Xiaomi Band 2 a mi hermana, la primera con pantalla, su diseño icónico y un botón central. La Xiaomi Band 3, ya sin botón físico, sirvió como regalo a mi pareja de por aquel entonces. Para mí era el gadget perfecto de iniciación para regalar a personas con cierto interés por la tecnología y el deporte: buena, bonita y barata. Lo de poder cambiar las correas era ya la guinda del pastel. Nuestros caminos se separaron: lo de llevar un wearable en la muñeca se convirtió en un must para mí, que estaba ávida de tener más: más pantalla, más datos, más funciones.

Xiaomi Band o el arte de moverse en el alambre del segmento

Al final hay que tener en cuenta que aunque smartwatch y pulsera de actividad son dos dispositivos que a priori pueden parecer tan parecidos que compiten entre sí, no lo son: hay una línea que separa relojes inteligentes y pulseras, que podría resumirse en que si buscas la discreción, ligereza máxima, precio más bajo y no necesitas tanto, mejor una pulsera. Por supuesto, también hay relojes baratos, pero en el camino perdemos ese minimalismo.

En esa fina línea de diseño-prestaciones-precio llega un momento, el de las pulseras más premium, en la que salvo que quieras algo liviano, probablemente te merezca la pena ir por un reloj. Por lo que sí: el precio es un factor importante a la hora de diseñar una pulsera. Y aquí toca hacer equilibrio sobre el alambre, algo en lo que Xiaomi se desenvuelve muy bien: apostando por cierto conservadurismo de un producto estrella en su segmento, pero implementando mejoras justas y necesarias para seguir siendo atractiva y actual manteniendo a raya el precio. Lo vemos con un ejemplo: integrando GPS se habría ido directamente a la zona más noble tanto en prestaciones como en precio, probablemente alcanzando la barrera psicológica de los 100 euros.

¿Y cuál es esa esencia? La primera tiene que ver con una gran autonomía, que según Xiaomi en esta Smart Band 8 es de hasta 16 días. La segunda tiene que ver con un diseño versátil y ligero: el cuerpo sigue siendo muy parecido, pero ahora la personalización no solo llega con las correas, si no que puedes ponértela en un colgante y en la zapatilla. Y el tercero es el precio: ya no es barata, pero sigue siendo de lo mejor en calidad precio. No es la más completa (probablemente este puesto sea para la Fitbit Charge 5), pero probablemente su PVP sea al menos 100 euros inferior. Xiaomi guarda además una fortaleza más: su aplicación y ecosistema, amplio, robusto y con una curva de aprendizaje mínima si ya lo has probado.

Dicho todo esto, la Xiaomi Smart Band 8 evoluciona sus bazas 'core' pero suma y sigue para ofrecer un producto que brilla en su segmento: la pantalla AMOLED de 1,62 pulgadas con 600 nits de brillo a 60 Hz, altamente personalizable y siempre encendida, los sensores de oxígeno en sangre, carga rápida en una hora, más de 150 modos deportivos...mi primera Xiaomi Band la compré por probar y solo por su bajo precio mereció la pena. Y hoy si tuviera que comprar una pulsera de actividad, sería la Xiaomi Smart Band 8 por todo lo que ofrece para lo que cuesta.

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