Si algo suele gustar a los usuarios de Android son las posibilidades de personalización que brinda el sistema operativo. Cada compañía añade su capa de personalización para diferenciarse del resto, algo que, históricamente, ha traído tanto cosas buenas como no tan buenas.
Durante el último año, sobre todo con la llegada de Android 10, hemos visto cómo Google está empezando a "cerrar" Android y cómo planea seguir cerrándolo, siendo cada vez más exigente con las actualizaciones y más restrictivo con las personalizaciones que se hacen a nivel de sistema.
Por ello, procede comentar qué implicaciones tendrán estos cambios en Android y comentar cómo, aunque pueda chocar en un principio, ser más exigente y restrictivo con los fabricantes tendrá un impacto beneficioso de cara a los usuarios.
La naturaleza de código abierto de Android no implica plena libertad para los fabricantes
Antes de entrar en materia, conviene conocer un poco las obligaciones que tienen los fabricantes, ya que no todo es tan sencillo como instalar un pack de Google Apps y empezar a vender dispositivos. Android, como tal, es un sistema operativo libre, por la propia naturaleza de código abierto de AOSP (Android Open Source Project). No obstante, ese mismo Android, el que disfrutamos en Europa, viene de la mano de Google, sus aplicaciones y sus servicios, teniendo en Huawei un ejemplo de la complejidad que supone vender un Android sin dicha licencia. En otras palabras, los fabricantes, en cierta medida, tienen que adaptarse a las exigencias de Google si quieren que sus dispositivos se certifiquen y se vendan en Europa, teniendo así que seguir los documentos de compatibilidad pertinentes.
Google explica que es necesario crear un entorno coherente entre aplicaciones y hardware para los desarrolladores de apps, ya que, de no ser así, los desarrolladores deberían andar haciendo una versión de su app para cada dispositivo, algo completamente inviable. Es necesario que se respeten una serie de pautas (APIs, diseño, compatibilidad de hardware, etc.) para que las aplicaciones puedan funcionar en todos los dispositivos compatibles, al mismo tiempo que estos se diferencian unos de otros por los añadidos que el fabricante ha querido poner.
Obtenga el código fuente del software de Android. Este es el código fuente de la plataforma Android que transfiere a su hardware. Cumpla con el Documento de definición de compatibilidad de Android (CDD). El CDD enumera los requisitos de software y hardware de un dispositivo Android compatible. Pase el conjunto de pruebas de compatibilidad (CTS). Use el CTS como ayuda continua para evaluar la compatibilidad durante el proceso de desarrollo. Después de cumplir con el CDD y pasar el CTS, su dispositivo es compatible con Android, lo que significa que las aplicaciones de Android en el ecosistema proporcionan una experiencia consistente cuando se ejecuta en su dispositivo. Para obtener detalles sobre el programa de compatibilidad de Android, consulte la descripción general del programa.
Para poder certificar un móvil compatible con Android, se debe cumplir con el CDD (documento de compatibilidad) y pasar las pruebas de compatibilidad (CTS), pero esto no acaba aquí. Si se quiere vender un dispositivo con aplicaciones de Google, se ha de obtener una licencia de Google para poder usar estos GMS (Google Mobile Services). Aquí se rompe la barrera con AOSP (código abierto), y pasamos a hablar de un negocio/acuerdo entre el fabricante y Google.
GMS no forma parte del proyecto de código abierto de Android y solo está disponible a través de una licencia con Google. Para obtener información sobre cómo solicitar una licencia GMS, consulte nuestra página Contacto / Comunidad .
En resumidas cuentas, para que tu nuevo y flamante móvil funcione, el fabricante, por un lado, ha tenido que cumplir con los requisitos mínimos que exige se exigen en Android, pasar por varias pruebas, y obtener una licencia de Google para usar los GMS. En este punto empezamos a entender que Android es un SO abierto, pero que "lo que diga Google, va a misa".
Precisamente, Google va a cambiar los requisitos para obtener estos GMS, siendo bastante más restrictivo a partir de 2020. Entendido este punto, podemos empezar a hablar de los próximos pasos de Google, y de cómo las obligaciones que va a imponer beneficiarán al usuario.
Luchando contra la fragmentación
Obtener información sobre los requisitos de los GMS no es sencillo, al ser licencias privadas entre fabricante y Google. No obstante, en 2018 pudimos saber (gracias a la filtración de un contrato GMS) que cualquier fabricante tendría que mantener dos años de actualizaciones de seguridad. No obstante, la cifra de actualizaciones era mínima, ya que se exigían "al menos cuatro actualizaciones dentro del año de lanzamiento del teléfono", y otras cuatro el segundo años.
Google va a "sacar la vara" para golpear con dureza y es que, a partir del 31 de enero de 2020, cualquier dispositivo que salga al mercado con los GMS deberá correr bajo Android 10. La información proviene de una filtración sobre el documento de compatibilidad con los GMS, en el que se especifican estos términos.
¿Qué se consigue con esto? Que los fabricantes no lancen al mercado móviles con versiones antiguas. En Android es práctica común que, pese a que hayan pasado meses y meses desde el lanzamiento de la última versión, algunos fabricantes decidan lanzar terminales con versiones anteriores que, en muchos casos, jamás actualizan a la nueva.
Este tipo de prácticas provocan una gran fragmentación. De hecho, Google ya ni siquiera nos da datos sobre la distribución de las versiones de Android. Los últimos datos, respectivos al mes de mayo de 2019, nos hablan de que Android 9.0 Pie, la cual no es ni siquiera la última versión de Android, apenas alcanza un 10.4% de instalaciones, mientras que Android 8.1 Oreo supera el 28%, seguido de Android 6.0 Marshmallow, con un 16,9%. Huelga decir que estos dispositivos con versiones antiguas, con alta probabilidad no actualicen jamás, haciendo que la cuota de Pie siga siendo ínfima.
Obligando a que los terminales de nueva hornada salgan con las nuevas versiones de Android, se aumenta la seguridad de los usuarios, se facilita el trabajo a los desarrolladores, y se aumenta la vida útil de los teléfonos, que tardarán más en quedarse obsoletos.
Homogeneizando la experiencia de usuario
Otro de los puntos polémicos del nuevo documento de compatibilidad de Google hace referencia a las nuevas obligaciones que tendrán los fabricantes a nivel de personalización. Uno de ellos, es que no podrán utilizar sus sistemas de gestos de forma predeterminada, ni invitar u obligar a su uso desde el asistente de configuración del teléfono. Será pues obligatorio respetar los clásicos tres botones o el sistema de gestos de Android 10, invitando (que no obligando) al OEM a "guardar" sus gestos en los ajustes avanzados del teléfono.
Por otro lado, será obligatorio que se incluyan tanto Bienestar Digital, función que llegó con Android 9.0 Pie para controlar el uso de las apps y el teléfono, así como Control Parental. Por último, será obligatorio que los dispositivos tengan preinstaladas estas aplicaciones.
- Google Play Store
- Búsqueda de Google
- Navegador Chrome
- Google Drive
- Gmail
- Google Duo
- Mapas
- Google Play Music (será sustituida por YouTube Music en el futuro)
- Fotos de Google
- Google Play Movies
- Youtube
Sería lícito pensar y debatir hasta qué punto Google debe obligar a los fabricantes a instalar sus aplicaciones y gestos pero, dejando de lado juicios y subjetividades, miremos a los hechos de cara al usuario. Un Android con los mismos gestos (pero la opción de cambiarlos), navegador, app de Fotos, herramientas para controlar el uso del teléfono y demás, etc. Una experiencia homogénea, en la que cuando un usuario pasa de un teléfono a otro no tiene que navegar entre un mar de aplicaciones y configuraciones que no conoce.
Este Android más homogéneo facilita una experiencia de usuario más sencilla a aquellos usuarios que "sacan de la caja y usan", no interfiere en el uso de aquellos usuarios que "cacharrean", y libera de carga a los desarrolladores, que pasan auténticos problemas por la diversidad que hay en Android (claro ejemplo en la falta de integración de los launchers con las decenas de sistemas de gestos que hay actualmente). El resumen aquí es que no perdemos personalización, pero ganamos en homogeneidad.
Democratizando hardware en todas las gamas
Por último, toca hablar del hardware, y de una tecnología que seguía viva en Android, a pesar de que la mayoría de fabricantes le dieron muerte hace unos años, el microUSB. Todo dispositivo lanzado a partir de febrero tendrá que venir de la mano del puerto USB tipo C, así como del estándar de carga Power Delivery. Con esto conseguimos que absolutamente todos los teléfonos Android tengan el mismo puerto de carga, así como garantizar un estándar mínimo para su tecnología de carga.
De nuevo, mirando por el usuario, esto no trae más que ventajas, ya que se disfrutará de un puerto más moderno, y se garantiza un estándar de carga rápida para todos (aunque el fabricante puede seguir utilizando estándares más altos).
Democratizar unos estándares mínimos era algo completamente necesario, y es que, en pleno 2019, seguíamos viendo propuestas con microUSB y sin ningún tipo de carga rápida. De cara a fabricantes esto supondrá un pequeño esfuerzo pero, viendo el punto en el que se encuentra la tecnología, el mercado exige estos estándares.
Android necesitaba ciertos límites
En resumidas cuentas, Google va a empezar a poner límites a los fabricantes para garantizar que en Android se cumplan unos mínimos adecuados al momento en el que estamos. Comprar un Android a partir de 2020 será garantía de que disfrutarás de Android 10, de que no tendrás que instalar aplicaciones básicas de Google por tu cuenta en caso de que el fabricante las reemplace por las suyas, de que tendrás los gestos de Android 10 (pudiendo reemplazarlos en cualquier momento si son de tu agrado) y de la muerte definitiva del microUSB.
La cara B de estos cambios la sufrirán los fabricantes, que no podrán hacer protagonista algunos elementos de su software (lo cual no significa que deje de estar presente en el sistema), lanzar móviles con versiones antiguas para ahorrarse algo de trabajo, o apostar por el microUSB en gama de entrada para ahorrar costes.
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