Tortilla con cebolla o sin ella, pizza con o sin piña. Existen muchos debates universales pendientes de ser resueltos. El de usar la carga rápida o la carga inalámbrica es uno de ellos y puede que no tenga respuesta. O no al menos de forma clara.
¿Y si te decimos que la respuesta podría ser “ninguna”? Tendría mucho sentido de acuerdo a las particularidades que tienen cada uno de estos métodos de carga para el móvil. Por tanto, conviene ir un poco más allá y conocer un poco mejor cada caso.
Mal para la salud de batería y para tu factura de la luz
Como seguramente ya sepas, la batería es uno de los componentes que más se degrada con el paso del tiempo. Y pese a ser inevitable, siempre existen formas de ralentizar este proceso y hacer así que la salud de la batería del móvil sea la mejor durante más tiempo.
Y sabiendo esto, debemos advertir que de igual forma existen hábitos perjudiciales para la batería. Entre ellos nos encontramos precisamente la carga rápida e inalámbrica, dado que acarrean diversos motivos por los cuales perjudican a la batería.
En el caso de la carga rápida encontramos que es menos eficiente energéticamente, además de suponer un mayor calentamiento en el dispositivo que, salvo que tenga un muy buen sistema de disipación e incluso ventilación, repercutirá de forma negativa. Sobre todo si lo comparamos con una carga “estándar”.
Lo de que el calor es enemigo de las baterías es algo que nos encontramos también en el caso de la carga inalámbrica. Si bien dependerá también del sistema de carga, disipación e incluso calidad del accesorio que se utilice, este tipo de cargas suponen recibir calor constante más alto del que se recibe con una carga por cable estándar.
No obstante, en los últimos tiempos se ha mejorado mucho el sistema de carga inalámbrica para favorecer precisamente un mejor consumo energético. Y aunque siga sin ser igual que el de una carga lenta por cable, suele estar mejor resuelto que el caso de las cargas rápidas.
Otro punto importante es que consumen más energía y por ende mayor será la factura de la luz, tal y como ya pudimos comprobar. No es que sea exagerado el pico de consumo hasta el punto de que sólo por eso debas renunciar a uno de estos métodos de carga, pero sí es un elemento a tener en cuenta.
Otro punto a tener en cuenta sobre la carga inalámbrica y que, aunque sea un detalle, es importante, lo encontramos en la compatibilidad a la hora de recargarlo con una funda. Aquí deberemos tener cuidado del material de la misma para saber si favorece o no la carga inalámbrica o directamente la impide.
Sus puntos fuertes son muy fuertes, aunque mejor en uso esporádico
No todo es malo en la carga rápida y la carga inalámbrica. Hemos querido comenzar contando sus principales desventajas, pero evidentemente también tienen ventajas.
Yendo por partes, diremos que el punto más fuerte de la carga rápida frente a la inalámbrica se encuentra sobre todo en la estabilidad de la carga a efectos de que reciben energía de forma constante sin cortes. También se encuentra como punto ventajoso el hecho de poder cargarlo con cualquier funda. Y luego está el punto más evidente, que es obtener una velocidad de carga superior a la que generalmente se entrega en las cargas Qi, que es el estándar de la carga inalámbrica de los smartphones.
Respecto a la inalámbrica, contamos sobre todo con una ventaja clara de forma a cargar el móvil de una forma más cómoda dependiendo del tipo de accesorio que se utilice. En horizontal, en vertical, sobre una superficie como una mesa… Su mecanismo es sencillo a más no poder: pones el móvil encima y listo. Además, el próximo estándar Qi2 traerá un sistema magnético como el MagSafe de Apple para que ni siquiera tengamos que recolocarlo si no carga.
Por tanto, ¿con cuál nos quedamos? Pues si lo que queremos es tener el tipo de carga que menos dañe la batería, con ninguno. Usar un cable y un adaptador de 5 a 10 W es lo idóneo para ello. Si cargas el móvil de noche, debería ser una opción a considerar.
Ahora bien, entendemos que no es lo más práctico y de ahí que en su justa medida, sin abusar, cualquiera de los dos métodos sea válido. Si tienes prisa en un momento puntual y tu móvil acepta la carga rápida, adelante. Igual si tienes un soporte de carga inalámbrica que, por cuestiones de comodidad, te resulta interesante utilizarlo.
De hecho, y de acuerdo a las citadas mejoras de los sistemas de carga inalámbrica, esta se sitúa un escalón por encima de la carga rápida hasta el punto de que pueda ser recomendable su uso de forma más habitual que la otra. Aunque aquí entra de lleno también su potencia y es que carga rápida e inalámbrica es un combo que no ayuda precisamente. Por suerte o por desgracia, ya de por sí estas cargas se limitan a 15-30 W por norma general, por lo que tampoco experimentarás grandes problemas.
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