Ni cristal anti espía ni tapar la pantalla: tengo el truco definitivo para que no cotilleen lo que hago en el móvil

Acostumbro a configurar la pantalla para que toda la información se vea lo más pequeña posible; ganando con ello espacio de uso

La pantalla del móvil es un imán para las miradas indiscretas, sobre todo en los espacios públicos: es difícil que no se te vayan los ojos al que está enviando un WhatsApp en el asiento contiguo del metro. Y yo tengo una manera de evitar ese espionaje: configurar la densidad de pantalla y el tamaño del texto para tener la mayor cantidad de información a la vista; dificultando de paso que alguien pueda leer lo que escribo.

Siempre que me llega un nuevo smartphone para analizar, algo que suele ocurrir varias veces al mes, realizo el mismo proceso de restauración y de configuración para así equilibrar en la medida de lo posible todos los análisis. Uso las mismas apps, mantengo el orden del escritorio y sus iconos, desinstalo el bloatware en la medida de lo posible y aplico dos ajustes a la pantalla: reduzco el tamaño de la fuente al mínimo y disminuyo el tamaño de visualización al máximo. Así tengo más espacio de uso y...

Evito que la gente lea mi pantalla reduciendo el la información impresa

Soy bastante maniático con mis teléfonos a la hora de configurarlos por primera vez: de media, gasto más de una hora de configuración con independencia de que sea un móvil personal como de análisis. Y esto aplica especialmente al tamaño de los elementos impresos en pantalla: me gusta que mi Android tenga el mayor espacio de uso posible. Incluso hay veces que aumento la densidad de píxeles desde los ajustes de desarrollador, sobre todo en diagonales altas de pantalla que mantienen una resolución ajustada.

Afortunadamente, no sufro de problemas de visión, por lo que veo perfectamente las letras, iconos y resto de elementos incluso con el smartphone a un metro de los ojos. Y, gracias a esta manera de uso tan personal, resulta muy complicado que alguien entienda lo que hay en el teléfono si me mira por encima de los hombros. Incluso si se sienta al lado.

No es que sea excesivamente maniático de la privacidad, pero sí es cierto que no me gusta tener a nadie leyendo los mensajes que escribo, los que voy recibiendo, mi bandeja de entrada de Gmail o los artículos que acostumbro a adelantar en el móvil siempre que tengo algo de tiempo libre. Y no soporto los protectores de pantalla anti miradas indiscretas: dado que hay que mantenerlos lo más perpendiculares a la vista posible, al final terminan siendo un impedimento para el propio dueño del móvil. Con la fuente y visualización pequeñas no me pasa.

No disminuyo la fuente y la visualización estrictamente por privacidad, pero sí que es un ventaja extra que encuentro muy positiva

Los escritorios se aprecian menos apelotonados, caben más accesos directos en las carpetas (suelo ampliar al máximo la rejilla de aplicaciones, tanto de las propias carpetas como del cajón de apps y escritorios), puedo leer más texto sin tener que desplazarme, dispongo de más espacio para escribir y, de paso, dificulto que cotilleen mi pantalla. A mí me parece un combo perfecto.

Imagen de portada | Midjourney editada

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