La situación de Lenovo en España es bastante curiosa. Mientras que en el mercado de PCs está bien asentada, en el de dispositivos móviles anda en un segundo plano con dispositivos discretos pero buscando competir por el precio.
El fabricante chino espera su momento con paciencia, con cuidado de que no sea muy tarde y poco a poco va mostrando de que no sólo es capaz de fabricar dispositivos de entrada. El Lenovo Yoga Tablet es una declaración de intenciones.
Lenovo Yoga Tablet, características técnicas
Lenovo Yoga Tablet | |
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Pantalla | TFT de 10.1 pulgadas |
Resolución | 1280x800 píxeles (149 ppp) |
Procesador | MediaTek MT8125 |
RAM | 1 GB RAM |
Memoria | 16GB. Permite microSD hasta 64 GB |
Versión S.O. | Android 4.2.2 |
Conectividad | Wireless 802.11a/b/g/n, Bluetooth 4.0 LE, LTE y NFC |
Cámaras | Trasera: 5 MP / Frontal: 1,6 MP |
Dimensiones | 262 x 180 x 8 mm |
Peso | 603 gramos |
Precio oficial de salida | 299 euros |
Por especificaciones técnicas, podríamos situar el Lenovo Yoga Tablet en una línea entre la gama intermedia y la puntera. No cuenta con las especificaciones punteras de Asus o Samsung pero hay vida más allá..
Es cierto que en cuanto a resolución la pantalla se queda un poco corta y que un procesador Mediatek, habiendo dominado Qualcomm con mano de hierro, sabe a poco. Sin embargo: no hay que menospreciar el conjunto.
Entre ese baile de cifras y datos, cabe destacar los 9.000 mAh de batería en su edición de diez pulgadas. Una cifra bestial que promete, luego veremos cuánto, darnos más de diez horas de autonomía usándolo con cierta intensidad.
Ahora que ya lo hemos colocado en el espacio, es hora de diseccionarlo punto por punto y ver que, aunque no es el más puntero, Lenovo busca posicionar con el más por menos, aunque no le termina de salir bien la jugada.
Diseño
A primera vista, el Lenovo Yoga Tablet tiene un aire familiar. Recuerda a unos cuantos gadget que hemos visto anteriormente: el teclado del iMac, la Serie S de Vaio de hace unos años... Llamenlo plagio, llamenlo inspiración para mí hay algo claro: busca ser diferente del clásico tablet rectangular de color negro.
De entre todos esos toque familiares que tiene, me recuerda mucho a Sony Tablet S y Xperia Tablet S. Dos tabletas que buscaban imitar el doblez de una hoja de papel para hacer más cómodo el agarre.
Si bien es cierto que aquí Lenovo lo ha hecho con un diseño más geométrico y menos natural, lo cierto es que el agarre es bastante cómodo y da juego a tres posiciones: en nuestras mano, apoyado en la mesa con un ligero ángulo para escribir y finalmente otro elevado, con una pieza plegable, para ponerlo en modo portaretratos.
Una solución muy ingeniosa, que otros fabricantes han llevado a cabo a través de fundas. El Yoga Tablet lo hace con completa independencia y hace que sea muy cómodo de utilizar en las tres posiciones. Eso sí, la pieza para ponerlo de pie es bastante dura y no sale con especial facilidad.
La relación tamaño peso es bastante acertada. Ligero, no se nota mucho la desviación de la batería en el cilindro del tablet. Agradable al tacto, juega con el plástico como material principial y el aluminio en los bordes para dar un acabado homogéneo.
El USB, colocado en uno de los laterales, está bien resuelto, aunque su insercción queda un poco espartana, como si estuviera sin pulir. El botón de encendido y el jack de audio están colocados con aciertos en cada extremo del cilindro.
Los botones de volumen son un poco confusos y hasta que no estemos un buen rato con ellos tardaremos un poco en encontrarlos. También es cierto que no hay mucho más hueco para colocar botones.
Un diseño diferente a lo que estamos acostumbrado y donde Lenovo ha sabido combinar los materiales muy bien para darle un acabado elegante, sobrio y sin necesidad de meterle más aluminio, que habría encarecido el precio final del terminal.
Se agradece la valentía de introducir este tipo de diseños en tablets y de recuperar aquella idea que Sony no pudo aguantar más de un año. A la hora de escribir sobre el teclado virtual con la posición ligeramente inclinada es agradable y natural.
Pantalla
En la pantalla del Yoga Tablet nos encontramos un punto algo conflictivo, su resolución: 1280x800 píxeles. ¿Insuficiente? No. Cumple y aunque sus competidores con pantalla tipo retina son más golosos la densidad de píxeles es correcta. Sin embargo, este no es el problema real de la pantalla de Lenovo.
En ángulo de visión es casi completo y la gestión de colores es bastante mala, los colores parece que están lavados y la nitidez a la hora de leer es incómoda. Teniendo en cuenta pantallas similares, y con más tiempo que este tablet, podían haberlo hecho mucho mejor.
Software
De nuevo en el software, nos da la sensación de estar ante algo conocido y familiar. Por un lado, tenemos Android 4.2 con una capa de software con bastante personalización por parte de Lenovo y es aquí una de las notas negativas que se lleva el tablet.
La forma en la que organiza las aplicación (no hay menú como tal en el launcher) y las carpetas dan un cierto parecido a iOS. Las similitudes son sospechosas, especialmente si miramos algunas de las apps que vienen preinstaladas.
Es comprensible que Lenovo se fije en el tablet de Apple, nos guste o no, para crear el propio suyo y competir. Sin embargo, también tiene que buscar algo más de personalidad y alejarse de estos elementos que más que un halago a la compañía de Cupertino resulta una confusión para los consumidores que buscan "un iPad pero más barato".
Hay además algunos aspectos del software que chirrían bastante, especialmente algunos menús que parecen más sacados de Gingerbread que de Jelly Bean. Otro apartado en el que tienen que trabajar más a fondo: unificar la experiencia y la interfaz.
Todo sea dicho, es algo fácil de solucionar ya que en cuanto instalamos un launcher cualquiera podemos darle un toque más acorde a lo que es Android. Unas cuantas aplicaciones preinstaladas, pero nada especialmente intrusivo.
Personalmente hubiera preferido algo más Android en la capa de software y es que algunos cambios, como en los controles de energía, se me hacen innecesarios. Aun así, Lenovo va por buen camino y todavía tiene margen de mejora.
La versión que viene por defecto es Android 4.2 Jelly Bean. De forma oficial, sabemos que llegará Android 4.4 en un futuro. Lo que no sabemos es cuándo pero esperemos que no se haga de rogar mucho.
Sobre las aplicaciones, poco que decir que no se haya dicho ya acerca de la optimización para tablets. Todavía hay mucho trabajo por delante para los desarrolladores, si quisiera utilizar las aplicaciones de mi móvil en una pantalla grande me compraría un Sony Xperia Z Ultra o un Samsung Galaxy Mega.
Rendimiento y autonomía
Si hablamos de rendimiento, es una realidad que Mediatek anda unos pasos por detrás de Qualcomm. Al fabricante asiático de chips todavía le queda mucho que aprender pero su procesador de cuatro núcleos es una buena opción en terminales más económicos.
Si esto lo traducimos en uso, no es un buen representante del rendimiento real: Lenovo tiene que mejorar en la parte de software.
A la hora de usarlo, es normal encontrarse con algún que otro tirón abriendo aplicaciones. Podría ir bastante más fino y rápido teniendo en cuenta que otros tablets de Lenovo (como el Vodafone Smart Tab) van bastante más fluidos.
La otra pata de este apartado la compone la batería: con 9.000 mAh escondidos en su cilindro, hemos logrado usar el tablet durante 12 horas con la pantalla encendida, siempre con WiFi y ejecutando aplicaciones de todo tipo.
Sobre la cámara, otro apartado bastante discreto y mejorable para Lenovo. Es cierto que no suele ser un punto fuerte en los tablets. Cumple en videoconferencias pero no esperéis utilizarlo como turistas fotografiando ciudades por el mundo.
Lenovo Yoga Tablet, la opinión de Xataka Android
Voy a recurrir al muy manido ejemplo de la cal y la arena. Una cosa bien y una cosa mal. En el caso de Lenovo todo es más polarizado y podemos hablar de algo muy bien y algo muy mal.
Las notas positivas las compone el diseño. Arriesgado, cómodo, atractivo, Lenovo lo ha hecho realmente bien en este apartado y salvo la pieza movible para ponerlo de pie poco más se le puede achacar, tiene una construcción excelente.
El resto, son muchos deberes pendientes para Lenovo. El software puede ser suficiente para un usuario poco familiarizado con la tecnología o que tiene un listón de exigencia bastante bajo.
Sin embargo, en cuanto empezamos a mirarlo con un ojo ligeramente crítico vemos que hay bastantes carencias y aspectos que corregir. Algunos de ellos se pueden mitigar, como cambiando el launcher y en un futuro con ROMs.
Otros en cambio como la pantalla deben dar un salto de calidad para justificar un precio, 299 euros en el modelo de diez pulgadas, donde la gran razón de compra la motiva su diseño. El momento de Lenovo no está tan cerca, todavía.
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