Los permisos de las aplicaciones Android son un gran invento, pues con ellos puedes controlar a qué tienen acceso y evitar que la "inofensiva" app de linterna te vacíe la cuenta bancaria. El problema es que según avanzan las versiones de Android, los permisos se están volviendo cada vez más pesados.
Bajo una buena idea, los permisos de Android están arruinando la experiencia de uso del móvil, especialmente durante los primeros pasos de uso de un nuevo móvil o aplicación, donde lo habitual es encontrarte un carrusel de aceptación de permisos. Y va a ir a peor con el permiso de notificaciones que se introduce en Android 13 y que probablemente pidan casi todas las aplicaciones la primera vez que las abras.
Permisos, permisos, permisos
En los inicios de Android, las aplicaciones tenían una lista fija de permisos en su archivo Manifest, y lo que ponía ahí iba a misa. O los aceptabas todos o ninguno, de modo que si no estabas de acuerdo en que la aplicación de la linterna leyera tus contactos o pudiera hacer llamadas, buscabas otra aplicación.
Esta aproximación estilo lentejas (o las tomas o las dejas) de los permisos era muy cómoda para usuarios y desarrolladores. Los usuarios sólo debían leer los permisos una vez, antes de instalar la app, y se acabó. Los desarrolladores tenían la seguridad de que las apps siempre tendrían los permisos necesarios al ser abiertas, sin tener que programar provisiones para las distintas posibilidades.
También tenía sus pegas: los desarrolladores debían pedir todos los permisos de entrada, incluso para funciones poco usadas, lo cual podía levantar las suspicacias de los usuarios, que preferirían no instalarlas si pedían demasiados. Para los usuarios también tenía la pega de que o se aceptaba todo o nada. Si usabas WhatsApp, debías otorgar el permiso de ubicación para poder enviar ubicaciones, aunque nunca lo fueras a hacer.
Con esto en mente, con Android Marshmallow llegaron los permisos en tiempo de ejecución, un cambio radical. Los permisos ya no se otorgan de entrada, sino que la aplicación los debe pedir al usuario tan pronto como los necesite, y sólo si los necesita. Si instalabas WhatsApp y nunca enviabas una nota de voz, la app no tendría permiso para acceder al micrófono.
Los permisos en tiempo de ejecución son una idea genial sin la que jamás habríamos llegado al nivel de complejidad y control de la privacidad que tenemos hoy en día. No tienen nada malo de por sí, pero sí un efecto secundario derivado de su propia naturaleza: necesitan pedirte permiso. Es decir, necesitan tu atención, necesitan interrumpirte en lo que estabas haciendo y pedirte que tomes una decisión.
En cierto modo, un permiso de Android es como el cerrojo de tu casa. No dejas entrar en casa a cualquier persona, pero si alguien llama al timbre y es un conocido, quizá le dejes entrar. El problema con Android es que hay tantos permisos y tantas aplicaciones que el timbre no para de sonar. Y no sabemos qué hacer para solucionarlo.
Ventanas, ventanas, ventanas pidiendo permisos
Con el tiempo, los permisos en tiempo de ejecución han ido desgranándose para ser cada vez más precisos, lo cual está bien, pero supone que, en algunos casos, hay más permisos que otorgar. Y, por tanto, más ventanas que aceptar. Como comentábamos antes, el problema no son los permisos en sí, sino que tú como usuario debes aceptarlos manualmente. Es un proceso aburrido y repetitivo.
Por si las ventanas pidiendo permisos no fueran necesarias, Google pide a los desarrolladores que "siempre que sea posible, debes brindar una explicación de la solicitud, tanto cuando la realizas como en un diálogo de seguimiento". Es decir, a veces antes de recibir la ventana del permiso recibes otra explicándote por qué hace falta el permiso. Está bien saberlo, pero ya van dos ventanas en tu camino.
Esto hace que probar una nueva aplicación hoy en día suponga pasar por las siete pruebas: confirmar que has leído los términos de uso, iniciar sesión, aceptar permisos y esquivar algún que otro anuncio a pantalla completa, cada vez más habituales. Cuando has terminado ya casi se te han quitado las ganas de usar la app y prefieres volver a las cuatro mismas apps que llevas usando desde 2014.
Ha llegado un punto en el que los permisos se han convertido en el equivalente del aviso de las cookies de las web o aceptar unos términos y condiciones de 3.000 palabras que obviamente no has leído: son una formalidad que te tienes que quitar de enmedio antes de ponerte con lo que estabas: usar la aplicación en sí. No es de extrañar que mucha gente los acepte sin más con un "Sí a todo". En el usuario recae tanto la responsabilidad de elegir como la molestia de tener que tomar todas las decisiones.
Permisos de mil y una formas
Por si no fueran suficientemente molestas las ventanas de permisos normales, Google ha decidido complicar la cosa con permisos que no se pueden otorgar con un sí o un no: hay que ir a un apartado especial de los ajustes para activarlos.
Esto se aplica generalmente a permisos especiales que pocas aplicaciones necesitan, como el de acceso a todos los archivos, que está reservado sólo para aplicaciones como gestores de archivos o apps de copia de seguridad. No hay una forma de otorgarlos con un toque en una ventana emergente, sino que estás usando una aplicación y de repente acabas en los ajustes del móvil pulsando un interruptor porque una aplicación te ha dicho que lo hagas.
Si la idea de que estos permisos especiales se deban activar desde los ajustes era evitar que un usuario los otorgue sin querer al pulsar que sí, que sí y que sí, no creo que esté sirviendo de mucho. Con el tiempo, incluso estos permisos especiales han acabado normalizándose y se otorgan con igual de ligereza que los normales. Lo único que cambia es que se tarda más en otorgarlo y necesitas cambiar de una app a otra.
Ni siquiera están cambiando demasiado las explicaciones de por qué una app requiere permisos que recomienda Google. Las aplicaciones maliciosas también "explican" los permisos con cualquier excusa, verosímil o no. A la hora de la verdad, los usuarios quieren empezar a usar la aplicación y terminar de aceptar cosas. Si esta app de Fedex dice que necesita ser un servicio de accesibilidad, ¿quién soy yo para oponerme? Yo sólo quiero ver dónde están mis paquetes.
Por si esto fuera poco, las últimas versiones de Android han introducido complicaciones en los permisos. No es ya cuestión de aceptar o rechazar, sino que hay matices. Algunos permisos se pueden aceptar sólo cuando la aplicación está en uso o única vez.
Son buenos añadidos si los miramos únicamente desde el punto de vista de la privacidad, pero desde la usabilidad, estas opciones adicionales sirven de confusión. Creadas con mentalidad de ingeniero, estas opciones son confusas hasta para mi: imagínate cómo lo serán para mi padre o mi abuelo.
Pero espera, que todavía hay más. A partir de Android 12, el permiso de ubicación se desdobla y te pregunta dos cosas a la vez. Debes elegir si quieres otorgar ubicación precisa o aproximada, y si va a ser cuando la aplicación está en uso, una vez o nunca. Por si esto no es suficientemente aturdidor, la parte en la que se elige entre ubicación precisa o aproximada tiene una pequeña animación.
No es que haga falta ser un genio para entender los permisos de Android, pero hemos pasado de las opciones binarias que llegaron con Marshmallow (acceso al micrófono: Sí o No) a una complejidad que si todavía no te has tomado el café, te puede costar un tiempo procesar qué botón quieres pulsar (Solo en uso, una vez, no).
Estas opciones adicionales llegan con complicaciones adicionales. Algunas configuraciones no se pueden activar desde las ventanas emergentes, como por ejemplo el permiso de ubicación en segundo plano, así que debes ir a los ajustes y otorgarlo a mano.
En Android 13, llegan más permisos para aceptar
Hemos hablado de los permisos en las versiones oficiales de Android hasta ahora, pero el futuro pinta todavía peor. Google está preparando aún más desgranamiento de permisos en Android 13, incluyendo nuevos permisos para documentos, música, fotos y dispositivos cercanos. En la práctica esto va a beneficiar a los usuarios pues podrán limitar aún más qué parte de sus datos están expuestos las aplicaciones, pero podrán convertirse potencialmente en más permisos a aceptar.
Sin embargo, el permiso más controvertido es el de notificaciones. Tras toda una vida en la que las aplicaciones Android podían enviar notificaciones sin tener que hacer nada, a partir de Android 13 deberán pedir permiso antes de hacerlo. Es de esperar que una de las primeras cosas que veamos en casi cualquier aplicación que abramos por primera vez sea precisamente eso: el permiso para notificar.
Tan sólo he probado la beta de Android 13 por unas horas y ya me he empachado del permiso de notificaciones, así que es de esperar que o terminemos muy cansados de ella o que aceptarla -o denegarla- se convierta en un movimiento casi involuntario.
Habrá quien objete -y con razón- que los permisos sólo se deben otorgar una vez, y la aplicación ya no te volverá a molestar al respecto. Esto es cierto, y mi problema con los permisos se basa más en la mala experiencia que se tiene en esa primera apertura de una aplicación, aunque hay que recordar otro elemento en juego: Android ahora revoca los permisos de las aplicaciones que llevas tiempo sin usar.
Un problema complejo sin solución sencilla
Los permisos de aplicaciones Android nos dan un importantísimo control sobre nuestra privacidad, pero por el camino se han convertido en tal engorro que muchas veces esta privacidad puede peligrar al aceptarlos a ciegas. Tenemos más control, pero a cambio debemos poner más de nuestra parte.
Al final, se trata de un delicado equilibrio entre privacidad, molestia al usuario y lucha contra el abuso de los permisos del malware, aunque esto no quiere decir que la solución acual sea la mejor. No seré yo el que revolucione los permisos de Android, pero mi apreciación personal es que Google ha ido construyendo capa a capa sobre los permisos Marshmallow, y quizá ha llegado el momento de romper con todo y construirlos de cero nuevo. Han pasado ya siete años desde entonces: nececesitamos algo mejor.
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