Una mirada personal al pasado, presente y futuro de un Android tan maduro como pendiente de una nueva revolución
Hace muy poco que salió Android 14 de forma estable y como usuario de un Google Pixel 6 Pro que soy, no podía seguir teniendo Android 13 en mi móvil. De hecho, es tal mi ansia que no tengo esa primera estable (y última, de momento) de Android 14, sino que tengo la beta de la QPR1 de Android 14. Y aun con esa, me queda la reflexión acerca de lo poco que ha cambiado Android últimamente.
Por ir ya librando responsabilidades, decir que no culpo a Google. Sucede también con iOS 17. Por tanto, no veo necesariamente negativo que haya pocos cambios. O no al menos los que había antaño. Tener un sistema operativo tan maduro es tranquilizador. Aunque también frustrante. Te doy la bienvenida a mi contradicción.
Android 12, la última versión "revolucionaria"
Me gusta entrecomillar todo lo relacionado con revoluciones porque, siendo serios, realmente hace muchos años que no vemos realmente el término aplicado en todo su esplendor a una actualización de Android. Sin embargo, dentro de un contexto en el que realmente hace ya unos cinco años que hay escasas evoluciones, Android 12 se posicionó como una actualización muy cambiante.
El elemento impulsor de ese cambio no pudo ser otro que Material You, el nuevo lenguaje de diseño de Google como sustituto del ya cada vez más extinto Material Design. Los cambios visuales son siempre de agradecer, aunque en cierto modo a veces dejen ese efecto de intentar camuflar ausencia de otras funciones (el clásico mismo perro con distinto collar).
Aunque en el caso de Material You, no creo que aplicase aquel efecto placebo viendo que al final ha servido para inspirar a todos los servicios y aplicaciones de Google, añadiendo funciones de personalización adicionales. A la postre, también le ha brindando más opciones de cambio a las capas de personalización basadas en Android.
También la privacidad en Android 12 dio un paso adelante importante con un nuevo panel que acabó llegando también a versiones anteriores, pero también con la gestión de permisos avanzada. En este campo, hacía ya años que Google se había decidido a ponerse seria, pero desde mi punto de vista fue Android 12 un punto de inflexión.
En siguientes versiones hemos ido viendo avances en esos campos, el estético y el de privacidad, así como en otras funciones que se fueron introduciendo con Android 12. Pero eso, avances y no revoluciones o cambios muy drásticos, dado que Google ha preferido mejorar la formula antes de inventarse una nueva.
Es tranquilizador ver que no hay ausencias importantes
En mi cóctel de sensaciones contradictorias, la tranquilidad toma mucho peso. La ya menos visible batalla entre fans de Android con fans de iPhone había hecho que antaño estos últimos pudiesen recriminar que Android era un sistema mucho más inseguro. Y aunque esa afirmación nunca fue cierta, sí es verdad que públicamente Google no se posicionaba tanto por la privacidad. Aparte, había ausencias de funciones como las citadas anteriormente en relación a la privacidad y que en iOS llevaban años promoviendo.
De 2007 que se presentó la primera versión de Android -que llevaba ya varios años en desarrollo- y hasta el día de hoy es normal que se hayan producido avances. Que en cada nueva versión se hayan ido puliendo los puntos débiles y añadiendo las ausencias. Y aunque lógicamente cada uno puede tener sus preferencias e ideas locas, no hay realmente un reclamo importante que no esté en Android. Y aquí hablo de Android en términos generales, tanto en AOSP como en las capas de otros fabricantes, incluyendo la de Google en los Pixel y que es en la que más me he centrado hasta ahora, así como las herramientas extras de terceros mediante aplicaciones.
Por tanto, eso de no ver cambios excesivos de una actualización a otra tiene como claro significado que estamos ante un sistema maduro con todas las funciones esenciales cubiertas y con algún extra.
De igual modo, y aunque tenga un alma cacharrera, no diré que en cierto modo se agradece no tener que "aprender" a usar el móvil con cada actualización. Que solo faltaría que dedicándome a la tecnología no supiese, pero me refiero a eso de que una versión traiga tantos cambios que acabemos despistados buscando cómo se hacía algo que antes teníamos claro cómo hacer.
Llega la frustración, aunque también la esperanza
Siguiendo en esta espiral de contradicción, y muy a pesar de que valoro positivamente esa madurez, mi alma techie no puede evitar sentirse frustrada comparando la actual situación con la de antaño. Esto sí es algo que siento más personal y que depende de cada perfil.
Tengo amigos que, aunque degustadores de los últimos móviles y sus sistemas, viven ajenos a conocer lo último y a cacharrear con los dispositivos. Es lo normal. Sin embargo, aquellos que hemos ido asistiendo con entusiasmo a la evolución de Android nos sabe a poco lo de estos últimos años. Y es una sensación que se mezcla con cierta melancolía.
No obstante, hay motivos para albergar esperanza y ver el futuro con optimismo. Si bien creo que en hardware estamos tocando el techo desde hace unos años, en software no estoy tan seguro. Siempre he creído que la próxima gran revolución será por esta vía, aunque hasta ahora nunca supe la forma. De hecho, de haberla sabido probablemente la hubiese desarrollado y ahora estarías leyendo a un millonario.
La próxima gran revolución será (y ya está siendo) la inteligencia articial. Es un término que creo que genera cierto rechazo y hasta lo entiendo. Realmente hace años que existe aplicada a móviles sin que los fabricantes le diesen tanto bombo como ahora, que acuñan ese término a casi cualquier cosa incluso cuando no está tan claro que sea IA.
Pienso que aún no somos conscientes de todo lo que puede hacer la IA generativa más allá de crear textos o imágenes. Ya lo hacen y además muy bien. De hecho ya hay funciones de Android 14 que lo aprovechan. Pero voy más allá y pienso en algo parecido a lo de Windows 11, pero aplicado en Android.
Sueño con un Android al pleno servicio del usuario con la IA y para prácticamente cualquier cosa. Incluso las que no nos imaginamos todavía. Y todo mediante un potente motor de IA. No sueño con cosas fáciles, lo sé. Ni siquiera tengo claro que pueda llegar a ser factible a corto-medio plazo, pero entre esa tranquilidad de ver un sistema maduro y esa frustración de no ver algo revolucionario, me siento también muy esperanzado de que me sorprendan. Y aquí no soy exquisito, me sirve que sea mediante IA o cualquier otra solución tecnológica aún desconocida.
Imagen de portada | Pepu Ricca con Bing Image Creator
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