Estamos en 2021 y sigo instalando ROMs en mis teléfonos. He de admitir que siempre he sido fanático de las ROMs personalizadas, hasta llegar al punto de llegar a cambiar la ROM una vez por semana. Es uno de los puntos fuertes de Android: poder adaptar el sistema a ti y no quedarte con lo que ofrece el fabricante.
No obstante, poniéndome en la piel de un usuario medio, entiendo que cada vez hay más complicaciones y pegas para instalar una ROM personalizada. Pese a esto, quiero contarte mi experiencia tanto actual como la evolución que he notado con el paso del tiempo, ya que el territorio de las Custom ROM ha cambiado bastante.
Por qué sigo creyendo en las Custom ROM como alternativa
Ha llovido mucho desde aquellas primeras compilaciones de CyanogenMOD que hicieron que, a mis 13 años, me apasionase por la tecnología (sin tener ni idea de lo que estaba haciendo en este momento). Desde la primera vez que instalé CyanogenMOD basado en Android 2.3 en mi HTC Tattoo tuve la misma sensación que tengo hoy en día: qué maravilla es poder cambiarle el sistema operativo a un teléfono.
En el caso de que vengas de un móvil con una capa de personalización pesada, impacta bastante comprobar cómo funciona el teléfono con un sistema más ligero, con lo justo y necesario para que el teléfono rinda hasta el punto que el hardware le permite.
Otro de los puntos fuertes es que las custom ROM permiten escoger el pack de Google Apps que queramos. De hecho, podemos hacer que la ROM tenga tan solo compatibilidad con servicios de Google (el marco de apps y servicios mínimo para que funcionen) y Play Store. Nada de app de mensajes, Chrome, Gmail, YouTube o aplicaciones que puede que no queramos que sean nativas. En mi caso personal uso bastantes apps de Google, pero no me apasiona que vengan preinstaladas en Android. A través de TWRP puedes instalar el pack que tú quieras, con el volumen de apps de Google que estimes pertinente.
Por otro lado, con las ROM personalizadas puedes actualizar más allá de lo que permite el fabricante. Si un terminal ha quedado anclado en una versión antigua de Android, cambiándole el sistema puedes actualizar a la última (o a la última disponible para dicha ROM, que siempre suele ir más allá de lo que el fabricante permite). En definitiva, aquellos puntos por los que vale la pena instalar una ROM personalizada siguen presentes.
Cuáles son mis ROMs de preferencia
La ROM por excelencia y la que recomendaría a ciegas es LineageOS. Se trata de la evolución de la mítica CyanogenMOD, y sigue conservando esa interfaz limpia de Android, múltiples opciones de cara a la personalización y, lo más importante para mí, un rendimiento espectacular. Eso sí, siempre recomiendo echar un vistazo al listado de móviles soportados oficialmente. En los foros en muchas ocasiones vemos que hay una build compatible para un teléfono que oficialmente no está soportado. Estas compilaciones no son oficiales y pueden funcionar de forma menos estable que la original.
En segundo lugar, hay otra ROM que me encanta y que recomiendo instalar principalmente en dispositivos como los Xiaomi de gama media, la Pixel Experience. Se trata de un port de la ROM de los Google Pixel, respetando incluso los tonos de llamada, animaciones y todos los detalles que hacen de esta ROM una de las mejores en Android. Si vienes de una capa pesada y pasas a Pixel Experience notarás un salto en fluidez, una segunda vida para tu teléfono.
Por último, y aunque su desarrollo es algo irregular y limitado. Si tu dispositivo lo permite le daría una oportunidad a Paranoid Android. Es otra de las ROMs que respeta la interfaz nativa de Android, pero con bastantes añadidos extra y funcionalidades interesantes, como las capturas de pantalla extendidas, gestos, reinicio extendido y más.
Los problemas que plantean las ROMs actualmente
No todo es un camino de rosas con las ROMs personalizadas. Al instalarlas, si no instalamos algún que otro parche mediante Magisk, nuestro dispositivo puede quedarse sin la certificación de Google. Un dispositivo que entra a Play Store sin certificado pierde el acceso a muchas apps, en concreto a todas las que tengan que pasar por Safetynet, como por ejemplo Netflix.
Por otro lado, aunque haya puntos que no nos gusten de las ROMs de los fabricantes, solemos perder calidad fotográfica (salvo que demos en el clavo con alguna Gcam), además de las funciones específicas y apps del fabricante, en el caso de que sean propietarias de su ROM.
Por último, una ROM personalizada no deja de ser una alternativa no oficial de un tercero, por lo que no suelen tener las medidas de seguridad adicional que incorporan en ocasiones los fabricantes. Respecto a las actualizaciones, por suerte casi todas las ROMs ya vienen con soporte para OTA, pero en el caso de una ROM portada no oficial no suele ser habitual, por lo que hay que andar instalándola manualmente.
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