Conforman la vanguardia de la tecnología y están destinadas a cubrir con funciones inteligentes nuestros smartphones: IAs generativas como ChatGPT o Google Bard competirán por hacer que la inteligencia de nuestro teléfono haga honor a esa cualidad. De hecho, no hay por qué aguardar al futuro: he enfrentado a ambas en mi móvil.
Para la prueba utilicé los dos sistemas conversacionales mediante IA generativa en un Nothing Phone (1) desde el navegador Google Chrome. Tanto ChatGPT como Google Bard se encontraban en sus versiones más recientes: modelo GPT-4 para la IA de Open AI (a través de ChatGPT Plus) y la alpha de Google Bard basada en el modelo LamDA para su contrincante. El enfrentamiento parte con desventaja, no en vano la plataforma de Google se encuentra realmente en un estado alpha. Sorprende lo verde que está teniendo detrás a Google, la empresa que lleva potenciando la IA desde hace décadas.
Pero cómo es posible, Google
Google abrió Bard públicamente a finales de marzo tras las pruebas internas con un lanzamiento a todas luces precipitado. Y es que basta una conversación inicial para comprobar que Google se encuentra a años luz de Open Ai. Es cierto que una alpha y que Bard recalca casi en cada respuesta que su funcionamiento está en pruebas, pero, aun así, no concibo cómo Google permite que su Inteligencia Artificial se invente las respuestas, sea fácilmente influenciable y no alcance un nivel mínimo de características. Sobre todo comparado con ChatGPT, que es justo lo que me he propuesto hacer.
Tras dejar bien claro que Google Bard es una alpha, hay otro aspecto inicial donde ChatGPT humilla a su contrincante: sólo habla inglés. De hecho, para usarlo tuve que cargar la página de la IA conversacional haciendo uso de un VPN. Vamos, que aún no empecé la comparativa y ya tenía un claro ganador.
Una vez puestas sobre la mesa la autozancadilla que se hace Google y la posición avanzada de la que parte ChatGPT, toca plantear casos prácticos enfrentando una contra la otra. Empiezo por algo sencillo: un chiste de un burro, un loro y un mensaje de WhatsApp.
Los dos han hecho un chiste sin demasiada gracia y con mucha creatividad, imaginando una situación hipotética donde los animales adquieren rasgos humanos. No salen mal parados, aunque ChatGPT entiende en mayor medida la naturaleza de mi pregunta y mantiene la cualidad de texto a la premisa del mensaje . Por su parte, Bard materializa dicha premisa convirtiéndola en un objeto.
Toca proponerles el resumen de un texto conocido: El Quijote. ¿Cómo describirían la obra magna de Cervantes en un párrafo de 300 caracteres que pudiera entender un niño de siete años?
Pensé que había pasado de mí ignorando la limitación de las 300 palabras, pero al final sí que lo hizo: Google Bard decidió dárselas de chulo con dos versiones de mi petición, la suya y la ajustada a la orden. Por su parte, ChatGPT clavó lo que yo necesitaba. Ambos han creado una descripción corta apta para niños de siete años.
Llegados a este punto, les pasé todo el texto que llevaba escrito para que me buscasen un título llamativo con el que publicar el artículo (primero lo traduje usando DeepL.
Ambos analizaron bien el texto, lo entendieron y aplicaron sus capacidades de manera correcta. Aquí Google Bard fue más proactivo, ya que en vez de un título me hizo cinco de golpe sin que yo se lo pidiera. ChatGPT anduvo por la misma línea que su contrincante, pero decidió ajustarse por completo a mi petición.
Google ha mejorado mucho Bard durante las dos semanas que lleva como Alfa pública
La primera vez que probé Google Bard, tras entrar en la alfa pública hace una semana, constaté que era muy fácil engañar a la IA para asentar falsedades. Actualmente, eso ya no es tan sencillo: intenté hacerle creer que Steve Jobs había desarrollado Android y me fue imposible; algo que sí había logrado durante mis pruebas iniciales. Bard no asegura nada sin citar sus fuentes, tampoco pone por encima el criterio del interlocutor al de dichas fuentes. Sí toma en consideración lo que se le dice, algo que también hace ChatGPT.
La conversación es bastante natural, aunque ChatGPT aparenta, sin lugar a dudas, más humanidad, sobre todo porque se muestra creativo en mayor medida. Aquí se nota la mano del modelo de lenguaje GPT-4, que ofrece argumentación y resolución sin perder el hilo del chat. Google Bard tampoco lo pierde, se le puede preguntar sobre conceptos anteriores sin que la trama conversacional se diluya. Como en el punto anterior, se nota que Google, y la interacción de los usuarios, están logrando que Bard evolucione.
Donde sí que gana ampliamente Google Bard es en la actualidad de sus respuestas. Dado que esta IA generativa utiliza el buscador de Google, sus respuestas se ajustan al presente. Por su parte, ChatGPT llega hasta 2021, fecha de su entrenamiento. Eso sí: para utilizarlo actualizado, basta con usar Microsoft Bing.
Con texto ChatGPT gana, aunque Google Bard tampoco queda demasiado atrás. Ahora llega el turno de pedirle una representación abstracta en ASCII. Y... Bueno, una imagen vale más que mil palabras.
Ambos también pueden crear código. Le pedí un clon de Flappy Bird, y sólo el de ChatGPT me funcionó mínimamente después de pasar los códigos creados a archivos HTML (los cargué en mi servidor).
Anduve probando la creación de bookmarklets, ChatGPT siguió ganando en lo que a resultados satisfactorios se refiere. También con código algo más básico: una tabla HTML como homenaje a Stephen King.
Los dos crearon la misma aproximación: una tabla básica en HTML con una clasificación de obras de Stephen King. ChatGPT fue más didáctico, ya que, además de resolver el problema, enseñó el funcionamiento de su resolución. La tabla era válida para ambos.
ChatGPT, el claro ganador
Por su calidad de respuestas, por ser más resolutivo, porque su nivel creativo está muy por encima de la IA de Google, también el modelo de lenguaje se encuentra más evolucionado. Y por otro aspecto clave: Open AI ha entrenado a su retoño para que funcione en una gran variedad de idiomas. Y, aunque ChatGPT funciona mejor en inglés, la capacidad obtenida en español deja, literalmente, sin palabras.
Por su parte, Google Bard es más rápido: las respuestas aparecen completas tras unos segundos de cálculo; ChatGPT va escribiendo poco a poco, a veces puede desesperar esa lentitud. También es positiva su actualidad y las capacidades de acceso a la web. Open AI incluyó los plugins en ChatGPT, pero yo aún no conseguí probarlos. Y siempre queda la opción de Microsoft Bing, que ahí ChatGPT sí hace uso del buscador.
Ahora mismo, Google Bard está muy por detrás de ChatGPT. Pero veremos qué ocurre en unos meses: Google está poniendo todo el esfuerzo en su IA generativa. La evolución que ha sufrido las dos última semanas ha sido notoria.
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