En esta serie recordamos móviles del pasado que nos llamaron la atención al salirse de lo habitual. Tras hablarte de los Samsung Galaxy Round, LG G DoublePlay, Samsung Galaxy Beam, Sony Xperia Play y otros, hoy le toca el turno al Samsung Continuum, pionero en la segunda pantalla.
Corría el año 2010, con Android todavía joven y móviles de lo más locos, cuando Samsung intentaba impulsar la productividad de móvil con una segunda pantalla AMOLED que, curiosamente, se integraba debajo de los botones de navegación.
Especificaciones técnicas del Samsung Continuum
Samsung Continuum | |
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Pantalla | AMOLED 3,4" Secundaria: 1,8" |
Dimensiones y peso | 125 x 58 x 12 mm. |
Procesador | Hummingbird |
RAM | 336 MB |
Almacenamiento | 2 GB |
Cámara frontal | No |
Cámara trasera | 5 MP |
Batería | 1.500 mAh |
Sistema operativo | Android 2.1 |
Conectividad | 3G |
Otros | Sensores en la pantalla secundaria |
Precio de salida | 200 dólares |
Las especificaciones anteriores no resultan demasiado impresionantes hoy en día, aunque debemos recordar que son de hace ya una década. El Samsung Continuum, a pesar de no incluirlo en su nombre, era una variante del Samsung Galaxy S, de modo que. dentro de lo que cabe, no iba demasiado corto en especificaciones.
Por ejemplo, el procesador Hummingbird a 1 GHz es el mismo que se montaba en el Samsung Galaxy S y Samsung Google Nexus S, aunque con menos RAM: solo 336 MB. Una cantidad algo justa hasta para su época, especialmente para un móvil que busca aumentar la productividad.
Como es de esperar para los móviles de aquel entonces, el Samsung Continuum era un pequeño y regordete, con una pantalla principal de 3,4 pulgadas con resolución de 480 x 800 píxeles, con cuatro botones capacitativos -incluído el de búsqueda- y su rasgo más característico, una segunda pantalla de 1,8 pulgadas justo debajo.
Todo esto, sin montar una cámara frontal y con una cámara trasera de 5 megapíxeles para la fotografía. El terminal incluía un almacenamiento de 2 GB a repartir entre datos y el sistema, ampliable mediante una tarjeta MicroSD.
En cuanto a la batería, el Samsung Continuum montaba una batería extraíble de 1.500 mAh, que venía a ser el estándar para la época. Todo esto, con conectividad 3G y Android 2.1 preinstalado, que más tarde sería actualizado a Android 2.2.
¿Qué tenía de especial?
A simple vista, el Samsung Continuum parece un móvil más de los que se lanzaron en los inicios de Android: con forma de píldora, regordete y unos marcos enormes, pero su peculiaridad se encontraba en su pantalla secundaria, que fue bautizada como Ticker.
Esta pantalla, si bien estaba ubicada en un lugar un tanto peculiar -entre los botones y el logo- te permitía leer notificaciones e información como noticias, el tiempo, actualizaciones en redes sociales, correo o mensajes de texto. Todo esto, sin tener que cambiar de aplicación.
Es decir, la idea detrás de Ticker es que por ejemplo pudieras enterarte de los resultados deportivos mientras redactas un mail, sin alternar entre aplicaciones. Hoy en día sería posible por ejemplo usando la pantalla dividida o una función PIP, pero el Android de entonces era mucho más tosco. El Samsung Continuum ofrecía hardware para paliar las carencias del software de entonces.
La idea era que esta pantalla secundaria te permitiera ahorrar batería, si la activabas para enterarte de las novedades en lugar de encender la pantalla principal. El problema es que el sensor para activar la pantalla no funcionaba demasiado bien y Samsung nunca abrió las API para que los desarrolladores pudieran usarla en sus aplicaciones, por lo que su uso estuvo muy limitado.
¿Existe algo parecido hoy en día?
El Samsung Continuum es uno de esos terminales con conceptos locos que tanto abundaron en los inicios de Android y que no tuvo mucha repercusión. No hubo segunda parte y Samsung más o menos se olvidó de la idea de la segunda pantalla por una temporada, aunque no para siempre.
Si bien no es técnicamente una segunda pantalla, el heredero espiritual del Samsung Continuum de la casa es probablemente el Samsung Galaxy Note Edge, que usaba la curva en uno de sus lados para mostrar información. Estamos hablando ya de 2014 y de un terminal con 3 GB de RAM, en lugar de 336 MB.
No obstante, si hablamos de segundas pantallas físicas, sería otro fabricante surcoreano el que retomaría la idea, LG. El LG V10 repetía la jugada ya en 2016, con una pequeña pantalla de 2,1 pulgadas que en esta ocasión se incluía en la parte superior. Probablemente una ubicación con más sentido, pues así no tenías la mano delante al usar los botones del móvil.
Seis años más tarde, la idea era básicamente la misma: tener atajos siempre a mano, además de mostrar información y notificaciones. La siguiente generación, el LG V20, volvía a apostar por la pantalla secundaria superior, aunque sería su última oportunidad. El LG V30 ya prescindía de ella.
Con el avance de las funciones multitarea de Android, la necesidad de tener una pantalla adicional para consultar información se reducen. El software y la potencia de procesamiento es ya suficiente como para poder usar varias aplicaciones a la vez o aumentar las capacidades multitarea mediante software y soluciones como pantalla divididas o pantallas flotantes.
No obstante, la idea de la pantalla secundaria está teniendo una segunda vida en los móviles plegables, en este caso más como una necesidad. Al plegar el terminal, la pantalla principal queda oculta, de modo que se integra una segunda pantalla para poder seguir teniendo acceso a la información. El Samsung Galaxy Z Flip 3 es un buen ejemplo de una pantalla secundaria al estilo de la del Samsung Continuum, pero modernizada. También sirve para mostrar información y evitar así que tengas que abrir el móvil y encender la pantalla principal.
Otro modo en el que estamos viendo renacer a las pantallas secundarias es como gimmick para que puedas hacerte selfies con la cámara principal, como es el caso del Xiaomi Mi 11 Ultra, así como para justificar el apellido "Ultra". Por el momento, siguen siendo bastante pocos los terminales que apuestan por la segunda pantalla, pero desde luego parece que la idea sigue teniendo sentido, a su modo, diez años más tarde.