El diseño es un elemento clave en cualquier producto, sobre todo si se le da un uso tan continuado como a un smartphone, y los fabricantes lo saben. Desde siempre las marcas han usado el aspecto exterior de sus teléfonos para llamar nuestra atención y destacar entre la oferta del escaparate, pero para muchos la guerra ya no está en sacar el móvil más original, sino el más delgado.
La obsesión por la delgadez está empezando a alcanzar límites más que discutibles. Las marcas quieren tener el móvil más potente, el que tiene la mejor cámara, el más bonito y además el más delgado. Pero todo no se puede tener y a menudo vemos como se sacrifican funcionalidades en favor de un diseño más fino. La batería es el aspecto que más sufre con este adelgazamiento forzoso, pero no es el único.
¿Qué ventajas nos aporta un móvil delgado?
El diseño en telefonía móvil se ha homogeneizado bastante desde la llegada de los smartphones. Con una pantalla táctil que ocupa toda la parte frontal, los fabricantes tienen menos elementos con los que diferenciarse y la mayoría acaba optando por soluciones similares. Los seguidores de la tendencia premium apuestan por materiales más elegantes, que habitualmente son metal y cristal, y dispositivos delgados. Muy delgados.
Es cierto que la delgadez aporta ventajas desde el punto de vista de la ergonomía. Generalmente, un teléfono más delgado es más ligero y por tanto resulta más cómodo de manejar que un móvil más grueso. El agarre también puede mejorar con la delgadez, aunque aquí juegan otros factores como la forma o el acabado de los materiales. Pero no nos engañemos, cuando elegimos un móvil más delgado no es para conseguir una mejor ergonomía, la mayoría de veces es porque gusta más y atrae más miradas.
La delgadez tiene un precio
La guerra de los milímetros no empezó ayer, pero desde hace relativamente poco tiempo ha alcanzado cifras realmente sorprendentes. Hemos visto móviles de poco más de cinco milímetros y algunos que adelgazaban todavía más. Conforme avanza la tecnología se hace posible integrar componentes más y más pequeños, pero todo tiene un límite y cuando un fabricante antepone el diseño a funciones tan importantes como la batería, es cuando empiezan los problemas.
El caso más reciente lo tenemos con el Moto Z, la nueva serie de gama alta de Motorola que se estrena con un chasis de tan sólo 5,2 milímetros de grosor. Consigue un peso de 136 gramos, que no está nada mal para un móvil con panel de 5,5 pulgadas en diagonal, pero las concesiones que hace a cambio nos hacen preguntarnos si realmente hacia falta un diseño tan fino.
Para empezar, Motorola integra una batería de 2.600 miliamperios, una cifra relativamente alta si hablamos de un móvil de gama media, pero que se queda algo corta en un flagship como el Moto Z. Motorola asegura que ofrece una autonomía de un día completo, aunque habrá que ver cómo se comporta en escenarios de uso reales.
Durante la presentación se pasó por alto un detalle muy importante que también estaría directamente relacionado con la delgadez del Moto Z, y es que no lleva minijack para auriculares. Motorola lo comercializará con un adaptador de minijack a USB para que podamos seguir conectando nuestros auriculares, pero no habrá forma de cargar el móvil y escuchar música al mismo tiempo.
Motorola promociona el Moto Z como el smartphone 'premium' más delgado que existe, pero seguro que los fabricantes de dispositivos todavía más finos no están de acuerdo con esta afirmación. Por ejemplo Oppo, que con su R5 rompió todos los esquemas al ofrecer un dispositivo de tan sólo 4,9 milímetros de grosor. No sabemos que pasó aquí, pero a pesar de su extrema esbeltez, el Oppo R5 pesa 155 gramos.
Aquí sí que hay minijack, es la batería la se ve afectada por este adelgazamiento forzoso. Con una capacidad de 2.000 miliamperios, la batería no consigue llegar al final del día si le apretamos un poco las tuercas, tal y como ya vimos en el análisis del Oppo R5.
Wiko también quiso entrar en la guerra de los milímetros con el Wiko Highway Pure. El terminal mide 5,1 milímetros de grosor y, esta vez sí, es súper ligero, concretamente 98 gramos. La batería también ofrece 2.000 mAh como el Oppo R5, pero en este caso estamos ante un móvil más básico por lo que el consumo de energía no debería ser tan elevado.
El iPhone 7 podría sumarse a esta lista si los rumores no se equivocan. La ausencia del minijack en el próximo iPhone parece unánime, y los motivos de Apple pasarían por una construcción más sólida (resistente al agua) y, cómo no, la delgadez. Habrá que esperar a septiembre para ver como lo resuelven en Cupertino.
Móviles delgados sí, hasta cierto punto
Actualmente, la mayoría de smartphones de gama alta sitúan su grosor en torno a los 7-8 milímetros y sus baterías se acercan a los 3.000 miliamperios. Es el caso de los Samsung Galaxy S7 (7,9 mm), el LG G5 (7,7 mm) o el Huawei P9 (7 mm), tres modelos que se sienten muy finos en la mano, con diseños que no pasan desapercibidos y que montan baterías mucho más solventes.
Cada vez que hay una tendencia popular en telefonía, vemos como las marcas la quieren exprimir al máximo. Lo hemos visto con las pulgadas, los núcleos del procesador o los megapíxeles, pero el hecho de que un móvil tenga más de algo no lo hace mejor y hay que saber detectar esos casos en los que estamos más ante un truco de marketing que de una función verdaderamente práctica.
Los móviles que hemos mencionado son ejemplos en los que la experiencia de uso queda empañada por arañar apenas unas décimas de milímetro al chasis, y ya hemos visto que los beneficios que aporta son más bien pocos en comparación a las desventajas.
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