¡Ah, el Google Pixel! Flagship de Google y animal mitológico para la mayor parte del mundo Android. Qué ganas tenemos todos de poder comprar un Google Pixel y qué malos son en Google por limitarlo a un puñado de países, ¿verdad? Primero se cargan los Nexus, crean una nueva gama supertop (sobre todo en precio, todo sea dicho) y nos quedamos sin poder catarla. No sé a vosotros, pero a mí me indigna mucho esta situación, o mejor dicho me indignaba.
La escasez es una de las técnicas de venta más eficaces, y la situación con los Google Pixel es un buen ejemplo. Queremos lo que no tenemos, pero también es verdad que en cuanto le echamos el guante, el objeto de deseo pierde su atractivo. No hay duda de que el Google Pixel es un buen teléfono, pero tras pasar dos semanas con él, me queda la sensación de que Google puede (y debe) hacerlo mucho mejor si quiere competir contra los mejores.
Antes de entrar en materia conviene destacar que el Pixel XL ya es un terminal veterano. Concretamente fue lanzado en octubre de 2016, por lo que no es justo compararlo contra androides más actuales como los Galaxy S8 o LG G6. Sin embargo, el hecho de haberlo probado tan tarde resulta interesante ya que me ha permitido ver mejor cuáles son los puntos en los que Google tiene que mejorar de cara a la próxima generación. Esto es lo que me gusta y lo que no del Pixel XL.
Lo mejor del Google Pixel
Si me preguntan qué es lo que más me ha gustado del Pixel XL en los días que lo he estado usando como móvil principal no tengo ninguna duda: la cámara. Ya sabía que la última creación de Google ponía especial acento en el perfil fotográfico, pero una cosa es saberlo, y otra probarlo.
La cámara del Pixel XL no es doble, tampoco lleva estabilizador óptico ni presume de megapíxeles, pero ofrece unos resultados excelentes en prácticamente cualquier situación, sin alardes. Obviamente, cuando la luz escasea empieza a notarse en la calidad de las fotos, pero generalmente mantiene un nivel de detalle muy bueno, con balance de blancos acertado y un rango dinámico bastante amplio.
En escenas de alto contraste, el modo HDR+ hace un buen trabajo compensando la imagen sin penalizar la rapidez del disparo. Otro detalle que incluye Google es el modo retrato con el que podemos conseguir imágenes con el fondo desenfocado moviendo el móvil ligeramente. Está claro que es un parche de software para competir con marcas como Apple o Huawei que lo integran en sus terminales con doble cámara, pero la verdad es que suele funcionar mejor de lo que me esperaba.
A estas alturas del partido, no os voy a aburrir con otro análisis de la cámara del Pixel XL, aunque sí considero importante resaltar que aquí Google ha apuntado alto y, aunque no tiene la mejor cámara del mercado, está muy cerca y consigue medirse de tú a tú con los mejores. Sin embargo, la competencia sigue avanzando y el Pixel 2 tiene la difícil tarea de subir el listón.
Pero la cámara no es el único aspecto positivo que encuentro en el Pixel XL, otro punto que me dejó muy buenas sensaciones es la experiencia de uso. Combinar Android stock con un perfil técnico tan completo resulta en un funcionamiento muy fluido donde la experiencia Android brilla como en ningún otro smartphone que haya probado, claro que no esperaba menos.
El software siempre fue la principal ventaja de los Nexus y con el Pixel vuelve a ser un punto a considerar. Además de que tenemos lo último de Android de serie y el Pixel Launcher, también incluye algunas novedades en exclusiva, al menos en el lanzamiento, como es el caso de Google Assistant o los gestos sobre el lector de huellas.
Pero hay más, los Pixel se benefician del almacenamiento ilimitado de Google Photos, con la diferencia de que las imágenes no se verán reducidas, sino que conservarán su tamaño original. En definitiva, mejoras exclusivas de este modelo que potencian todavía más esa experiencia Android, aunque dejen de lado al resto.
Lo peor del Google Pixel
No hay duda de que Google ha subido el listón con la creación de la serie Pixel y el resultado conseguido está a la altura de la gama alta en la que compite, pero también tiene puntos negativos en los que se queda un poco atrás. El más evidente es el diseño.
Decía antes que no es justo compararlo con algunos smartphones lanzados en 2017 ya que juega en clara desventaja, pero también es verdad que su diseño ya era mejorable cuando fue lanzado en 2016, concretamente por esos marcos tan prominentes arriba y abajo de la pantalla.
Debido a estos marcos, el Google Pixel es bastante más grande que la mayoría de terminales con pantalla de 5,5 pulgadas y, aunque no es demasiado pesado, su tamaño hace imposible el manejo con una sola mano.
Quizás lo que más me molesta de que el frontal del Pixel XL esté tan mal aprovechado es que, a pesar de contar con un espacio más que suficiente para albergar el lector de huellas, éste se encuentra en la parte trasera. Sí, funciona muy bien y tiene gestos para abrir el panel de notificaciones, pero su ubicación me resulta personalmente muy incómoda ya que suelo desbloquear el móvil muchas veces mientras trabajo y lo tengo apoyado en la mesa, por lo que cada vez me ha tocado cogerlo y volverlo a dejar.
Donde también se queda atrás este Pixel XL es en la resistencia al agua, una cualidad que desde hace un tiempo ya se ha convertido en imprescindible dentro de la primera división del panorama móvil. Google asegura que el diseño aguanta salpicaduras, pero nada de inmersiones; otro punto a mejorar para el Pixel 2.
Además de la parte funcional, estéticamente tampoco estamos ante un diseño precisamente original. Salvo por esa pieza de cristal que cubre parte de la espalda del dispositivo (que por cierto se raya), estamos ante un diseño muy trillado que recuerda inevitablemente al del iPhone. Que digo yo que igual no quisieron poner el lector de huellas delante para que no pareciera un calco, pero bueno esto ya son apreciaciones mías.
El sonido es otro punto débil del Google Pixel XL. No acostumbro a escuchar música a través del altavoz, pero el de este modelo me dejó bastante fría cuando lo probé. No digo que suene mal, pero para un móvil que cuesta 869 euros esperaba más.
Hablando de precio, éste es sin duda el aspecto que más críticas generó en el lanzamiento, pero aquí quiero romper una lanza a favor de Google, y es que los Google Pixel entraron de lleno en la lucha por el podio de Android y, nos guste o no, eso significa precios altos.
Sin embargo, también es cierto que, aunque es un intento contundente, el Pixel se queda corto en demasiados puntos como el mencionado altavoz, la resistencia al agua, la ausencia de carga inalámbrica o un diseño demasiado manzanero y poco original. Pueden parecer detalles nimios, pero cuando hablamos de móviles que se acercan a los 900 euros es en esos detalles donde está la diferencia.
Pero el precio no es lo que más molestó, fue el hecho de que el móvil solamente se venda en un puñado de países lo que levantó ampollas. Este es el punto que espero cambie en la próxima generación de la familia Pixel, pero no es el único...
Lo que quiero de los Pixel 2
¿Y cómo sería el Pixel 2 perfecto? La verdad es que con tanta competencia en Google lo tienen complicado, pero la base de la que parten es bastante buena, "sólo" se trata de mantener los puntos fuertes y no repetir errores. No podía irme sin antes hacer mi particular carta a los Reyes Magos. Esto es lo que espero de los Pixel 2:
Reducir marcos es necesario: Google, hazlo bien
Parece que todos los rumores coinciden en que la reducción de marcos será uno de los puntos clave de la futura generación de los Google Pixel. De momento no hay nada confirmado, pero sin duda será el paso lógico viendo la tendencia del mercado.
Decía que los excesivos marcos son uno de los puntos que menos me ha gustado de los Pixel, por lo que aquí Google tiene mucho margen para mejorar. Sólo un matiz, me gustaría que lo hicieran con la ergonomía y el manejo en mente, que con la excusa no suban la diagonal de pantalla demasiado y vuelvan a soltarnos otro ladrillo en la variante XL.
Las últimas pistas apuntan a seis pulgadas para el Pixel Taimen, un tamaño que no suena descabellado, siempre y cuando haya un esfuerzo en la parte del diseño.
Lector de huellas frontal
¿Cómo van a reducir marcos y dejar el lector de huellas delante? Pues no lo tengo muy claro. Puede que Qualcomm lo consiga y en vez de en 2018 estrenen su nueva tecnología antes de lo previsto, o que otro fabricante dé con la fórmula de meter los lectores de huellas bajo la pantalla, pero lo que tengo claro es que cada vez me gustan menos los lectores de huellas en la parte trasera.
Aquí Google no está sola, muchas otras marcas apuestan por esta ubicación, LG lo lleva haciendo mucho tiempo y hasta Samsung ha tenido que ceder con el S8. De momento toca elegir entre diseño sin marcos o lector de huellas delante, pero para el Pixel 2 me gustaría que Google hubiera encontrado la solución y podamos tenerlo todo.
Resistencia al agua
Siguiendo con el diseño, la resistencia al agua es otra asignatura pendiente para Google. No quiero resistencia a salpicaduras, quiero un certificado IP, a ser posible el IP68. No es que vaya a ir a la piscina con el móvil, pero si quieres estar a la altura de la competencia, tienes que apuntar igual de alto.
No sin mi minijack
A finales del año pasado, parecía que muchas marcas iban a seguir el camino de abandonar el minijack. Finalmente no ha sido así y los terminales que prescinden de este conector todavía son una minoría, pero los rumores dicen que Google estaría barajando esta posibilidad.
Es más, hay datos recientes que apuntan a que sólo el Pixel XL tendría minijack, mientras que el modelo normal no lo incluiría. No le veo demasiado sentido a esta jugada, por lo que espero que acabe desmintiéndose y los dos modelos mantengan el minijack. Quiero poder usar cualquiera de mis auriculares y olvidarme de adaptadores.
Una cámara todavía mejor
La de los Pixel ya es una de las mejores cámaras del momento, pero Google no se puede quedar ahí, sobre todo ahora que cada vez le salen más competidores. Sobre si quiero que tenga cámara doble o no, prefiero calidad antes que cantidad, pero también es verdad que una cámara doble ofrece posibilidades que no encontramos en las cámaras sencillas. Ojalá un Pixel con zoom óptico y un modo retrato que dé mejor resultado.
Experiencia Android ante todo, pero sin excluir
Como decía antes, la exclusividad del Pixel fue una de las decisiones de Google más criticadas, pero la exclusividad no se limitó a los países en los que se vendía. El Pixel también trajo funciones como Assistant o los gestos del lector y, durante un tiempo, el resto no pudimos catarlas.
Está bien eso de que el flagship de Google traiga funciones nuevas, para Google es una forma de dar más valor a su producto, pero creo que no deberían olvidarse del resto del ecosistema Android. No hablo sólo de los Nexus, sino de todo el ecosistema. Que sí, que Assistant tenía que madurar hasta llegar a todos, pero en el Pixel 2 espero que lleguen novedades que todo el mundo pueda disfrutar más pronto que tarde.
Encontrar su propia personalidad
El dúo Pixel quiere ganar la partida de la gama alta, pero está claro que Google tenía un enemigo en mente al crear sus últimos teléfonos, y no era un móvil Android, sino el iPhone. El precio, una cámara potente, dos tamaños de pantalla y sobre todo el diseño son algunos de los puntos en los que el Pixel me recuerda demasiado al iPhone. Pero ser 'el iPhone de Google' no basta.
Si de algo pecan los Google Pixel es de falta de personalidad, sobre todo en lo estético, pero también en el concepto. Los Nexus tenían esencia, los Pixel, de momento, no la tienen.
Google, no nos ignores
Personalmente, me gusta pensar que los primeros Pixel han sido una especie de experimento, un globo sonda con el que testar el mercado antes de dar el campanazo y traernos el móvil Android definitivo que, esta vez sí, se venda en más países. A finales de este año quiero poder entrar en la sección de dispositivos de la Google Store y encontrarme con que los Pixel y Pixel XL 2 están disponibles, tanto en España como en Latinoamérica como en muchas otras regiones donde nos hemos quedado sin probarlos de forma oficial.
No es el diseño, no es que el altavoz no suene bien, o que el lector de huellas me resulte incómodo, es esa exclusividad lo que ha hecho que, tras dos semanas probándolo, la sensación sea de 'pues tampoco era para tanto'.
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