Cuando Google presentó Android hace siete años como un sistema operativo abierto y con pocos costes asociados creo una gran oportunidad a los fabricantes: estos podrían dedicar recursos al hardware y obtener funcionalidades software de forma casi gratuita, sin tener que dedicar recursos a crear un ecosistema alrededor de él. La experiencia fue muy bien y algunos fabricantes, como Samsung, florecieron dejando atrás a Nokia, por ejemplo.
Sin embargo también les creó un problema: si el software era el mismo en cualquier fabricante, ¿en qué se distinguirían los terminales? Algunos, como Nokia, supieron ver este problema y no quisieron pasar por el aro. Sin embargo todo aquel que no se sumó al carro de Android está fuera del mercado (a excepción de Apple que ya estaba creando su propio ecosistema cerrado). Y ahora estamos viendo como los problemas vaticinados en su día por Nokia están floreciendo.
¿Cuál es la diferencia entre dos terminales?
El principal problema que tienen los fabricantes de Android es diferenciar sus terminales. Por eso casi todos intentan meter sus capas de personalización, que muchos odiamos porque ralentizan y hacen complicado lo que ya era sencillo, aunque el asunto ha mejorado desde los inicios de Android.
La segunda forma de distinguirse es con especificaciones técnicas. Hace siete años se notaba la capacidad de producción de cada fabricante y solo unos pocos eran capaces de sacar terminales punteros o en distintas gamas, de ahí que Samsung lograra hacerse con un buen pellizco del mercado. Sin embargo esto ha cambiado bastante.
Los primeros afectados por esta "democratización" de la tecnología fueron las gamas medias y bajas. Por un lado estaba la presión de terminales chinos, que aparecían como setas, y por otro la estrategia de Motorola de lanzar terminales económicos pero de prestaciones solventes, como el Moto G y Moto E. Después llegó Oneplus a revolucionar la gama media, ofreciendo un terminal con SoC de gama alta a un precio de gama media. Y ahora estamos en un momento en el que el mejor SoC del momento, el Qualcomm Snapdragon 820, va a estar en más de 100 terminales distintos.
La diferenciación ha acabado, con alguna salvedad. Cualquier fabricante puede ofrecer cualquier gama, y esto tiene un impacto en el precio. El móvil pasa a ser una commodity, da igual la marca. Y por eso los fabricantes solo tienen un argumento para competir: el precio. Y la guerra de precios baja los márgenes y hace sufrir al sector.
Esto ya ha pasado
Esto que estamos viendo con los terminales Android ya lo vivimos en los años 80 y 90 con los PCs clónicos. Al independizar el hardware (PC) del software (Windows) los fabricantes de PC se vieron inmensos en una guerra que acabó hundiendo al fabricante referencia del momento, IBM. Al final los únicos que podían sobrevivir eran los más pequeños, que montaban clónicos, o los fabricantes de nicho (empresas centradas en clientes empresariales, por ejemplo).
En Android estamos viviendo lo mismo. Algunos fabricantes intentan sobrevivir todavía con la diferenciación en hardware, software y distribución. En la gama más alta todavía aguantan algunos, como Samsung, pero otros no tanto, como HTC o Sony. La gama más baja está casi perdida, aquel que busca precio siempre encontrará un terminal más barato con mejores especificaciones.
HTC y Sony todavía son casos singulares. Intentan aguantar en la gama alta lanzando terminales punteros, con algunas características que no todo el mundo puede ofrecer (por ejemplo experiencia fotográfica, acabados) y a precios altos. Pero incluso ahí Samsung les supera y les roba prácticamente todo el mercado. El que está dispuesto a valorar estas cosas se va a Samsung, el que no se va a fabricantes más baratos.
¿Qué pasará en unos años?
Sinceramente es complicado de saber que pasará en el futuro. Pero todo indica que hay demasiados fabricantes que quieren seguir jugando a la diferenciación: Samsung, LG, HTC, Sony... y luego hay presión por parte de Huawei, que quiere hacerse un hueco ahí. No creo que pueda aguantar esta situación mucho tiempo, con Sony perdiendo 544 millones de dólares en un trimestre, HTC por el mismo camino, LG que no ha acertado este año (y me duele, pero ya lo pronostiqué)... los únicos que aguantan son Samsung y Huawei.
La situación de Sony y HTC es insostenible, desde luego. Están intentando vivir de glorias pasadas y la marca no es suficiente para sostener las inversiones que tienen que hacer para mostrar algo diferente. Tienen dos opciones: o pasar a competir en precio o vender la marca y cerrar negocio. Y esto, me temo, lo veremos pronto.
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