Para Android, 2011 ha sido el año de la normalización. Hace unos días me sentaba a la mesa con unos amigos y, pese a que sólo dos encajábamos en el perfil geek, contábamos hasta con ocho terminales Android, la totalidad de los smartphones del grupo. Y mi entorno familiar sucede igual.
Incluso los más mayores, que apenas tocan un ordenador, han descubierto las innumerables ventajas de tener uno de estos terminales. Ya fuera por Angry Birds o por Whatsapp, han perdido el miedo a las pantallas táctiles y a la descarga de aplicaciones. No exprimen al máximo las capacidades de estos cacharritos pero… ¿quién lo hace realmente?
Los Androids ya no son “cosas raras para expertos en gadgets”. Y tras la normalización, ¿qué objetivo debería conquistar el ecosistema Android este año 2012? A mi entender, limpiar su imagen resolviendo la incertidumbre de las actualizaciones del sistema.
En su mayor valor está su mayor problema
Lo dije en su día y lo mantengo: la fragmentación de Android es una virtud. Gracias a tener múltiples fabricantes tenemos una gran variedad de terminales, para todos los gustos. Potentes, económicos, con teclado físico, de tamaño reducido, con enormes pantallas, con reproducción en 3D…
Pero esa riqueza es también la mayor mancha en la reputación de Android: la adaptación de los terminales a las nuevas versiones de Android. Antes, los fabricantes diseñaban un terminal, lo vendían, y pasaban al siguiente. Pero ahora eso no basta: si olvidas a los que han comprado uno de tus terminales Android y no lo actualizas, tus clientes se sentirán abandonados y puede que para la próxima se busquen otra marca.
No sólo tienen que trabajar en los nuevos terminales, sino que tienen que dedicar esfuerzos a terminales con uno o dos años en el mercado. Es una inversión a largo plazo en contentar a tus clientes para lograr fiabilidad a tu marca, que no todos los fabricantes saben ver, o valoran lo suficiente.
Un buen ejemplo es HTC, cuyos nuevos terminales llegan con el bootloader desbloqueado, facilitando la personalización a nuestro antojo. Por desgracia, malos ejemplos los tenemos a montones: Samsung anunciando que abandona sus terminales no tan antiguos, Asus blindando con cifrado AES 128 el bootloader del Transformer Prime...
La comunidad les saca los colores a los fabricantes
Afortunadamente, la comunidad independiente no para de dejar en evidencia a los fabricantes una y otra vez. Cada vez que un fabricante anuncia que no actualizará un determinado terminal a la nueva versión de Android por “limitaciones hardware”, llega la comunidad y demuestra que es perfectamente posible.
Es más, incluso los bootloaders más protegidos terminan por caer, y hay gran regocijo. Entiendo que los fabricantes quieran dar su toque diferenciador, que haga más atractiva su propuesta frente a la competencia, pero esa diferencia puede ir en la calidad del acabado, en el hardware, los servicios añadidos… No en recargar la interfaz ni en negar al usuario la libertad de usar otro firmware.
El papel de Google en todo esto
Ya se sabe el dicho sobre el software libre: quiere decir que el código está disponible, no que tenga que ser gratuito, o que su creador no pueda establecer algunas directrices. Google ha sabido ver el problema, y está tratando de obligar a los fabricantes a que no se excedan en sus personalizaciones, y que permitan usar la interfaz estándar.
Esto tiene un doble objetivo. Por una parte esto simplificará el proceso de actualización de los terminales, puesto que los fabricantes no sólo tienen que actualizar el firmware, sino también su launcher y en general la capa de personalización. Y por otra parte, sirve para que haya una uniformidad en el look-and-feel de Android.
Se le ha criticado a Google este anuncio, alegando que es otra muestra más de que Android no es tan libre como presume. Ni por asomo, el código sigue estando disponible. Es sólo que Google considera que ya va siendo hora de normalizar también el aspecto de Android.
Y el papel de los fabricantes
Pero para resolver la incertidumbre de si tu terminal se va a actualizar o no a nuevas versiones de Android, el gran paso lo tienen que dar los fabricantes. Creo que sería de gran utilidad que los fabricantes se comprometieran a actualizar sus terminales, al menos durante un tiempo dado, por ejemplo, dos años.
Durante ese plazo, el usuario tendría la tranquilidad de que su terminal va a recibir oficialmente las actualizaciones, y a partir de ahí, lo que el fabricante decida. Eso sí, en cualquier caso liberando el bootloader para que la comunidad independiente continúe el desarrollo allí donde el fabricante lo abandonó.
¿Deben dar este paso los fabricantes? A mi entender, sin dudarlo. Pensad en las Sony-Ericcson, Motorola, HTC, Samsung… ¿en qué situación estaban antes de Android, y dónde están ahora? Todas tienen una gran deuda con Android, y esto que les recomiendo no es mucho pedir.
En Xataka Android | Android en 2012, Dos conceptos para un mejor Android en 2012