La historia de las consolas Android es de lo más interesante y, a menudo, el desenlace no es el que sus desarrolladores esperaban. Ya hemos visto qué ocurrió con OUYA, la consola Android que iba a comerse el mercado y terminó devorada, pero ese es solo un ejemplo.
Otro es Nvidia Shield, otra consola portátil Android que no llegó a la meta que esperaba, pero por motivos totalmente distintos a los de OUYA. De hecho, estoy convencido de que, de haber salido ahora, habría tenido su hueco en el mercado. A continuación, vamos a ver qué fue de Nvidia Shield Portable.
2013: no habíamos visto nada igual, y era lógico porque Nvidia se adelantó al futuro
2010 fue una época extraña tanto en sobremesa como en portátiles. Daba la sensación de que cada compañía iba a lo suyo, sin importar demasiado lo que hacía el rival. Xbox 360 empezó a trastear con Kinect, PlayStation 3 con los Move, pero también con grandes apuestas tradicionales, Nintendo tenía su Wii U apunto para 2012 y PS Vita vio luz, también, en 2012.
Además de la industria “tradicional”, si puede llamarse así, empezó a despuntar el juego por streaming. Actualmente, vemos como algo cotidiano jugar por streaming desde cualquier plataforma (Microsoft, de hecho, acaba de dar un paso más al unir lazos con Nvidia GeForce Now), pero en 2013, la cosa no era tan fácil.
Ahí estaban Gaikai y OnLive (que luego sirvieron para crear PlayStation Now), pero no era el momento oportuno. Y, al margen de Nintendo, Microsoft y Sony, parece que Nvidia se había cansado de ser “solo” la que proporcionaba la GPU de Xbox 360, PS3 y la de los PC más potentes de la época: quería su trozo de la tarta. ¿Si las consolas vendían millones, por qué no iba a poder Nvidia hacerse un hueco en el mercado?
Así, a mediados de 2013, la compañía lanzó una curiosa consola portátil: Nvidia Shield. Para la época, y comparada con los móviles más potentes, Shield era otra generación. Con un procesador de cuatro núcleos Cortex-A15 a una frecuencia de 1,9 GHz, 2 GB de RAM DDR3L y una GPU personalizada, Shield era imponente.
El corazón del Tegra 4 era espectacular, pero la pantalla no estaba nada mal. Cinco pulgadas con resolución de 720p, salida miniHDMI, conectividad a 5 GHz y un completo mando de consola pegado a la pantalla. Por concepto y potencia, dejaba en pañales a cualquier móvil de la época.
Tenía Android, así todos los juegos de la Play Store eran compatibles, y… ¿te acuerdas de los juegos de la Store en aquellos momentos? Sí, había alguno que se salvaba, pero el mejor en móviles era ‘Infinity Blade’ y era exclusivo de Apple. Y si no hay juegos que justifiquen la compra, ¿de qué vale tanta potencia?
Normalmente, cuando hablo del pasado de un dispositivo, no llego tan pronto al primer clavo en el ataúd, y en este caso no diré que Shield estaba muerta antes de nacer, pero si no tenemos en cuenta la scene y emuladores, no había demasiado a lo que jugar.
Nvidia tenía TegraZone donde había algunos juegos interesantes, pero lo más interesante era, precisamente, la capacidad de conexión del dispositivo. Ya te he contado que tenía microHDMI y esto permitía sacar señal hasta en 4K. Podías conectar la Shield a un televisor, dejarla ahí conectada a la corriente, conectar un mando Bluetooth a la consola y a jugar en tu tele. ¿Te suena a Nintendo Switch? Luego veremos que hay algún que otro paralelismo entre Nintendo y Nvidia, pero sigamos.
Además, estaba GameStream. Básicamente, es el antepasado de GeForce Now y podíamos hacer streaming de nuestros juegos locales a la Shield, siempre que contáramos con una GeForce GTX 650. Esto era interesantísimo y Steam también lo intentó con Steam Link. Curiosamente, ahora ambas tecnologías son una app en nuestros dispositivos.
Esta posibilidad de jugar a títulos en un streaming “local” era una pasada en la época, pero seguía ahí el problema de que no había juegos nativos para el sistema que justificaran los 300 dólares de salida. Shield era un Ferrari, pero con ruedas de repuesto y sin poder pasar de 80 kilómetros por hora.
2014: Shield Tablet, la renovación que trajo un cambio de filosofía
Te habrás fijado que no he usado el término ‘Portable’ en todo el apartado anterior. El motivo es que, justo un año después de Shield, llegó Shield Tablet, así que para diferenciar, la nueva se quedó con ‘Tablet’ y la primera generación con ‘Portable’.
Hechas las presentaciones, la Shield Tablet era un producto más inteligente. Para empezar, Android seguía sin un ecosistema de juegos nativos como para justificar una nueva generación de Portable, así que lanzaron una tablet que podía dar más juego: si querías jugar, ibas a poder, pero si no, tenías una tablet extremadamente potente.
El Tegra K1 era el corazón, un SoC con cuatro Cortex A15 a 2,2 GHz (un salto brutal), 2 GB de memoria RAM y una GPU mucho más potente. La pantalla también subía de categoría pasando a 1.920 x 1.200 píxeles, se mantenía el microHDMI y, si querías mando, podías comprarlo aparte.
Era un maquinón, pero las unidades del primer año salieron con un fallo técnico que provocaba sobrecalentamiento y combustión. Nvidia sustituyó las unidades y te diría que fue un desastre como los Note 7 de Samsung, pero realmente o estabas en el mundillo o ni te enterarías. Y es que, la Shield Tablet era brutal, pero era “una tablet más”.
En 2015 Nvidia actualizó la Shield Portable para hacerla compatible con Chromecast, así que siguió cuidando su producto, y GameStream mejoraba, pero los usuarios ya estaban -estábamos- atendiendo a otras cosas.
2017: Nintendo Switch, un tifón llegado desde Japón con corazón de Nvidia
Poco después de Nvidia Shield Tablet, Microsoft y Sony estrenaron Xbox One y PS4 respectivamente, esta última con la posibilidad de hacer streaming de la consola a PS Vita. Y si lo que querías era una portátil, Nintendo NX ya empezaba a sonar.
Los medios dimos mucho la brasa con Nintendo NX y, en otoño de 2016, los japoneses anunciaron lo que realmente era: Nintendo Switch. No pienso dedicar ni una línea a explicar lo que es Switch porque, a estas alturas, lo considero innecesario.
Más de 15 millones de consolas el primer año, más de 125 millones desde su lanzamiento en marzo de 2017 hasta ahora y, ojo con esto, un SoC Tegra moviéndolo todo. Nvidia ya no necesitaba una portátil, ya la “tenía”, entre muchas comillas, gracias a Nintendo. No me quiero ni imaginar los beneficios de Nvidia solo por las ventas de Switch.
El acuerdo de Nvidia y Nintendo fue histórico porque provocó que ‘La Gran N’ lanzara ciertos juegos de Wii en Nvidia Shield TV en Japón (Super Mario Galaxy, sin ir más lejos), pero además la tecnología de Nvidia permitió que ciertos juegos llegaran a Switch gracias a la computación en la nube.
Vamos, que fue un win-win en toda regla, como se suele decir, pero claro, Nvidia dejó de tener peso en el segmento de las consolas Android justo cuando los juegos en la plataforma empezaron a despuntar.
2023: el estado de la industria de las consolas Android
Poco antes del lanzamiento de Switch, hubo rumores sobre una Nvidia Shield Portable 2, pero han pasado seis años y seguimos sin verla, así que ya puedes imaginar cómo terminó la historia.
Como dije al comienzo del artículo, creo firmemente que si Shield hubiera salido ahora, habría sido un éxito. O bueno, quizá no habría arrasado, pero desde luego habría tenido su público.
Ahora tenemos juegos como 'Genshin Impact', 'Towers of Fantasy' o 'Honkai: Star Rail', está previsto un enorme ‘Assassin’s Creed’ de mundo abierto para móviles, así como un no más pequeño ‘Final Fantasy VII’ para teléfonos y el juego por streaming va mejor que nunca.
Las infraestructuras están listas y, de hecho, hemos visto máquinas como la Logitech G Cloud que, montando un hardware muy humilde, se basan en la computación en la nube para permitirnos jugar a títulos de Xbox Series X o PC gracias a Steam Link y… sí, GeForce Now.
Así que, como ves, aquí no estamos ante un fracaso por mallas prácticas o ideas mal ejecutadas. Simplemente, Nvidia lanzó una consola unos cinco años antes de lo que habría sido ideal para hacerse con un trozo de la tarta.
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