Lo reconozco: soy un esclavo de los servicios de Google. Uso Gmail para el trabajo, Docs para gestionar documentos con mis alumnos, en Keep están todos mis apuntes y no sé ir a sitios nuevos sin Google Maps. A todo esto además tengo que sumarle mi dependencia a Chrome el cual tengo sincronizado con todos mis dispositivos. Será un gran problema cuando me vaya a otras alternativas pero ese drama ya se puede vivir si viajas a China.
Hace unas semanas estuve allí, una visita por Shenzhen y Shanghai por motivo de trabajo. No era la primera vez que visitaba el país: hace tres años estuve allí y recuerdo que fue una experiencia de desconexión debido al miedo que tenía a las tarifas de roaming. Este año la experiencia fue diferente: estuve conectado, pero a medias.
La VPN, una llave (a un módico precio) al mundo exterior
En mi primera noche en Shenzhen recibí una tarjeta SIM de un operador local. Genial, pensé, así podría estar al tanto con la gente de Madrid sin depender de la WiFi del hotel. Antes de conectar se cruzó en mi mente un pensamiento: “Espera, que aquí los servicios de Google están bloqueados por el cortafuegos del gobierno”.
Hice una prueba, no perdí nada, y efectivamente no había forma de acceder a Google. El correo de mi Android tampoco se sincronizaba, Twitter no cargaba y lo único que me llegaban eran mensajes de WhatsApp. En ese momento estaba en una cena y no podía ponerme a investigar con calma así que decidí hacer algunas pruebas.
Bing funcionaba, Yahoo! también. GoGoDuck estaba capado, Reddit no. Iba haciendo una lista mental con todo lo que cargaba y lo que no. Me sorprendió que 4Chan no estuviera en la lista negra del gobierno. Cuando viajo a Estados Unidos varios días siempre cojo una SIM y este foro siempre está bloqueado por algunos operadores móviles al considerarlo como contenido para adultos. Muy curioso. Sigo probando webs.
En esta primera aproximación veo que la mayoría de servicios a los que accedo habitualmente no funcionan. Puedo mantenerme informado y leer muchas webs pero algunos servicios básicos no funcionaban. Nada grave, pero una vez acabó la cena subí al hotel a investigar. Estaba claro que mi solución pasaba por una VPN.
¡Exito! Juan Carlos 1, China 0.
Conocía las VPN lo suficiente. Han sido mi llave hasta hace poco para acceder a Netflix desde España por ejemplo. Decidí investigar un poco a través de Bing y descubrí en algunos hilos de Reddit que hablar de VPN en China tenía una regla en común con el Club de la Lucha de Palahniuk. Nadie hablaba de ellas, pero el secretismo tenía una razón de ser.
La gente que usa VPNs en China tema que la popularización acabe siendo su muerte. Que por algún motivo una despunte sobre las demás (Tunnelbear por ejemplo) y al tener más visibilidad sea una presa fácil de detectar y bloquear. Por eso, cuando investigaremos rara vez veremos referencias claras a cuáles logran saltarse el bloqueo.
Probé con varias opciones de pago conocidas y todas ellas estaban bloqueadas. Finalmente, investigando di con Express VPN. Un mes de uso eran once euros y teniendo en cuenta que iba a estar una semana en China era una buena inversión teniendo en cuenta que necesitaba acceder al correo, conectarme al chat del trabajo y de paso ponerme al día de lo que ocurría en la red a través de Twitter.
Bajé el apk manualmente desde el ordenador (no podía instalarlo desde Google Play obviamente), lo instalé, introduje los datos y crucé los dedos. “Hong Kong 3” me decía en un verde esperanzador que estaba conectado. Abrí Google y bingo, ahí estaba. Saltarse el cortafuegos de China fue fácil.
Bing y yo congeniamos bien en mi estancia en China pero cuando volví se nos fue el amor.
Tras hacer algunas pruebas quité la VPN. “¿Por qué?” os estaréis preguntando. Al día me entran muchos correos, la caché de Twitter es grande y algunos archivos adjuntos que me llegan pesan bastante. Esos días en China hacía malabares entre la tarjeta SIM china y la WiFi que iba pidiendo en hoteles y restaurantes.
Mi bono de datos era pequeño y sabía que si tenía la VPN encendida todo el rato me acabaría gastando lo que tenía disponible en muy poco. Aproveché esa excusa para conocer alternativas a Google en cosas tan cotidianas como el buscador o los mapas. Aquí fue donde descubrí que los de Mountain View me tienen bien agarrado.
La memoria muscular es traicionera y en el móvil tardé en quitarme el reflejo de buscar directamente en la awesomebar de Chrome. Cada vez que fallaba fruncía el ceño, tenía que escribir “bing.com”, esperar a que cargara y hacer la búsqueda de marras. Más tarde recordé que podía cambiar el motor de búsqueda en “Ajustes” y entonces volví a recuperar esa agilidad que antes tenía.
Otro de mis mayores shock fue buscar alternativas a Google Maps. Probé con Bing, introduje la calle a la que quería ir, vi la ruta… La versión web móvil no es especialmente intuitiva para ver las calles y navegar por el mapa pero me servía. En ese momento, decidí rizar el rizo.
Entré a un taxi, cogí mi móvil y le señalé la dirección a la que quería ir (estaba en chino por fortuna). Le miré con firmeza, intentando decir que “por lo que más quieras, llévame aquí que no tengo ni idea qué pone”. Tuvo que entenderlo pues asentó con la cabeza. Me senté mientras iba intentando seguir la trayectoria del viaje con el GPS pero la web no estaba por la labor.
Por fortuna llegué a mi destino sin problemas. Los días fueron pasando, racionalizaba el uso de la VPN para no agotar mis cortos 250MB en la SIM. Aprovechaba los ratos en hoteles y restaurantes para usarla ahí y descargar todos esos datos que si no devorarían mi pequeño bono. Dicho esto, hablemos de la hostelería.
Los hoteles, cómplices de los turistas occidentales
2012, estuve en Shanghai en un hotel de cuatro estrellas. Era bueno y estaba situado en una zona con mucho tráfico de occidentales que venían a la zona a hacer negocios (para más señas se trataba del distrito financiero de Pudong). Recuerdo que en mi estancia hace tres años podía acceder a Google, Facebook y Twitter sin mayor problema. Todo bien.
En mi vuelta a China pensé que en los hoteles no iba a tener problemas con el cortafuegos nacional pero en Shenzhen me di de bruces con él. Era un hotel bueno y en mis ratos por los pasillos y el desayuno b del desayuno descubrí que había mucho occidental.
Un amigo de Hong Kong me pasaba esta imagen cuando le contaba en China mis problemas con la VPN y mis dificultades para ir a tiendas y comprar.
No había forma de saltarse el bloqueo del hotel con una VPN pero con el tethering del móvil era posible así que problema solucionado. Cuando llegué a Shanghai no hubo dificultades y la WiFi del hotel en el que me alojé ya estaba configurada con su VPN para sacar el tráfico a través de Hong Kong. Al final entre unas redes y otras pude ir estando conectado todo lo que necesité sin problemas. Fueron once euros de VPN muy bien invertidos.
Lo que me sorprendió hace tres años y me volvió a chocar hace unas semanas fue ese compadreo que hay en algunos hoteles. Según me explicaba un amigo de Hong Kong, no es ilegal utilizar una VPN en China pero siguiendo la lógica por censurar los servicios anteriormente convencidos resulta raro que den esa manga ancha a determinados lugares.
Siguiendo un razonamiento más pragmático es comprensible que lugares que están acostumbrados a recibir extranjeros occidentales (hago este matiz porque en Asia hay algunos servicios que usamos que no tienen tanto tirón) decidan dar esa facilidad. No es que sea una queja pero sí una comodidad que se agradece y que para algunos viajeros puede ser motivo para decantarse por un hotel u otro.
El precio de estar enganchado a Google
Me descuadró tener que buscar alternativas a Google y usar triquiñuelas para conectarme a los servicios que uso a diario. Bastante más que un jet lag que esta vez no acusé. Es frustrante descubrir que tu memoria muscular está adiestrada de tal modo que los primeros días en China me descubría haciendo click en aplicaciones que en ese momento no podía ver.
Me acordaba de la censura, encendía la VPN y accedía al resto de Internet, todo aquel que el gobierno chino se esfuerza en bloquear. Descargo el correo, espero a que Twitter me baje todos los mensajes nuevos. Desconecto para ahorrar, no puedo evitar acordarme de aquellos días en los que tenía una PDA y me conectaba por WiFi en casa para luego fuera hacer cosas offline.
Fue tedioso pero también me sirvió para corroborar lo que en más de una ocasión he comentado con amigos: uso mucho los servicios de una compañía y al final poner todos los huevos en un mismo cesto no es la mejor opción. Sé que debería probar a distribuirlos pero en el día a día, lo que ofrece Mountain View me resuelve muchos problemas. Si algún día eso cambia, voy a tener que armarme de paciencia.
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