Strava ha vuelto a mostrar los problemas de registrar y cuantificar todos nuestros movimientos. Vivimos en una época donde tenemos muchísimas herramientas disponibles para guardar nuestros hitos, compartirlos en redes sociales y recordar lo que con tanto esfuerzo hemos alcanzado. Si has estado corriendo durante dos horas por montañas, esa hazaña debe poder demostrarse. Si dejamos de compartirla es como si no hubiese existido.
Tenemos muchas aplicaciones para guardar un historial de nuestras ubicaciones. Strava, Google Maps, Runtastic, S Health y muchas más. Todas las grandes empresas quieren acceder a estos valiosos datos y es que tener un control detallado de nuestros movimientos puede servirles para decenas de usos.
Aquí os dejamos diez reflexiones sobre cuantificar todos nuestros movimientos, qué se puede hacer para mejorar nuestra privacidad y qué debates relacionados deberíamos afrontar relacionado con este tema del mapa de calor de Strava. Un repaso a qué aporta registrarlo todo y qué deberíamos tener en mente para que no se vuelva en contra nuestra.
Un mapa demasiado exhaustivo
El mapa de calor de las rutas de Strava es tan exhaustivo que ha permitido descubrir zonas y movimientos a priori bastante reservados. Es el caso de las instalaciones militares. Por ejemplo base españolas como la de Viator de La Legión que está censurada en Google Maps, en Strava podemos conocer sus detalles ya que son los propios militares quienes han estado corriendo en su tiempo libre por los alrededores.
Estamos ante un mapa tremendamente preciso y donde se muestra todo el potencial de utilizar a millones usuarios para mapear zonas. Claro está sin ningún tipo de filtro.
Buscando en Twitter podemos encontrar decenas de hilos y ejemplos de cómo Strava permite conocer centrales nucleares, localizaciones de misiles, recorridos de patrullas y mucho más. Y con este problema nos vamos directamente al siguiente punto.
Más control sobre las aplicaciones de tus trabajadores
Los consumidores debemos empezar a mentalizarnos sobre la importancia de la seguridad y la privacidad, pero este tema es todavía más importante si eres una empresa. Las grandes compañías o los propios estados no solo deben mejorar el cifrado de sus sistemas, también educar a sus trabajadores para que realicen buenas prácticas en materia de privacidad.
Acompañando esto hacen falta toda una serie de reglas para que los trabajadores utilicen sistemas protegidos, en concordancia con el nivel de privacidad que requiere la empresa. En un mundo tan conectado donde poner una foto errónea en las redes sociales puede provocar un despido, también activar la ubicación de nuestro móvil en una zona restringida puede suponer un verdadero problema. Hace falta una legislación que proteja al trabajador, pero conciencie a todos los implicados.
Si has configurado bien la privacidad, no deberías preocuparte
El mapa de calor de Strava no es nuevo y la empresa ya publicó un artículo sobre cómo configurar la privacidad. La idea es que la propia aplicación nos permite indicar qué zonas no queremos que queden registradas. Es a través de Flyby donde Strava lleva un registro de nuestra actividad pasada, pero de base está activado de tal forma que todo queda controlado.
Si eres usuario de Strava, te recomendamos que abras la aplicación y gastes un par de minutos en revisar tranquilamente todos los puntos de privacidad. Por el momento no tenemos manera de impedir que los datos del mapa de calor (los ya introducidos) dejen de estar visibles para el resto del mundo. Esperamos que Strava aproveche esta polémica para fortalecer su configuración y ofrezca herramientas más granuladas.
Es un punto importante y que afecta directamente a cómo los propios usuarios pueden sentirse inseguros. En las redes sociales hay acoso pero en el caso de estas además estás en la calle y saben exactamente tu posición. El peligro que alguien no deseado aproveche la información disponible para acercarse a ti es un fenómeno que se debería vigilar de cerca.
Hace falta más transparencia y datos cifrados
Muchas empresas como Strava o Google ponen el foco de la privacidad en el usuario. Ellos aseguran que la seguridad se lleva a la perfección y el usuario siempre tiene la responsabilidad de aceptar si comparte sus datos. Entendemos el negocio de la cuantificación pero pedimos más transparencia.
Queremos tutoriales claros y ordenados donde las opciones de privacidad estén en primera línea y no en el fondo del menú de ajustes. Queremos que cada cierto tiempo nos recuerden que tenemos esos datos. Queremos una explicación sencilla de qué se hace con nuestros datos y no una política de privacidad infinita que nadie se lee. En definitiva, las empresas deben ayudar a sus usuarios en materia de privacidad. Es posible que muchos se echen atrás pero también es posible que una política clara y concisa ayude a tranquilizar a muchos usuarios que seguirán compartiendo sus datos.
Por otro lado, estas empresas que manejan datos muy sensibles deberían controlar a fondo sus permisos y el cifrado de sus sistemas. Ya hemos visto por ejemplo que las aplicaciones de comunicaciones y mensajería están todas cifradas, también las que cuantifican nuestros movimientos deberían empezar a proteger mejor estos datos igual de sensibles que una conversación.
Un excelente recordatorio para saber qué hiciste aquel día
Tener un registro de actividad como el de Strava o el historial de ubicaciones de Google nos permite llevar un control sobre nuestros movimientos a un nivel de detalle que asusta. Si por ejemplo tenéis activada la localización de Google en vuestro móvil, tendréis una cronología exhaustiva de qué hicisteis, qué visitasteis y durante cuánto tiempo.
En cada día del año. Esto puede irnos bien para recordar o rememorar el pasado. ¿Qué hiciste el 29 de enero de 2013? Anda mira, pues fui al centro a dar una vuelta. ¿Y el 31 de enero de 2015? Ah, fue el viaje a Italia. Fotos, recorrido, minutos... información muy minuciosa que si solo podemos acceder nosotros es interesante. ¿Pero os imagináis que se filtrasen todos estos datos y cualquiera pudiera saber dónde estuviste y qué posición tenías en cada momento?
Aunque no quieras, pueden obtener tu ubicación
Teniendo acceso a tantos datos es fácil para las grandes empresas conocer tu ubicación aunque directamente no les facilites tu localización. Ya estuvimos hablando por aquí sobre cómo Google sabe dónde estás gracias a la triangulación de redes. Google lo que hace es registrar la antena más cercana a la cual te conectas y sabe entonces que estás por allí. No es tan preciso como la ubicación estándar y no permite crear un mapa de calor tan preciso, pero son más datos.
El popular Big Data no es simplemente una tabla de excel enorme con la ubicación precisa de cada uno, es cruzar todos estos datos añadiendo algunos que a priori podrían no estar directamente relacionados. Según Google, es una función para mejorar la entrega y rapidez de SMS. Prometen que están separados de sus servicios de ubicación pero volvemos al punto anterior, tener un sistema tan opaco respecto a nuestros datos no nos tranquiliza.
La obsesión por cuantificar
Siguiendo la polémica con Strava llego a diversos foros de ciclistas donde se comenta la perdida de compañerismo desde el auge de estas aplicaciones de cuantificación. Los usuarios parecen más enfocados en querer batir su propio récord de sector y menos en hablar con el resto, pararse a reparar una rueda o detenerse en un punto bonito con buenas vistas.
Ese afán por superarse y batir sus propios registros tiene una contrapartida. Afortunadamente son casos puntuales y no evita que muchos deportistas sigan viendo estas excursiones como lo que son: una aventura para disfrutar del recorrido y ponerse en forma.
Otro detalle que comentan es la necesidad imperiosa de compartir o anotar las puntuaciones. Y es el caso por ejemplo que si el Garmin o el móvil se queda sin batería, se vuelven a casa. Pierden el interés en el momento que no pueden controlar su actividad. Tampoco creemos que sea la norma, pero es otro de los problemas asociados al auge del registro de nuestros movimientos.
Sociedades desconectadas y zonas vacías
Uno de los puntos más curiosos del mapa de calor de Strava es Corea del norte. Aparece más apagado que muchos desiertos. Es de sobras conocido que el uso de internet está cortado para estos fines y que el estado norcoreano controla todas las conexiones, pero pone de manifiesto la diferencia de sociedades entre el sur y el norte. Lo que nos lleva a reflexionar cómo será el mundo del futuro donde unos usuarios estén totalmente sumergidos en un ecosistema de datos y el otro no.
Normalmente cuanta más población hay en una zona, más calor aparece en muchos de estos mapas. Pero estos datos se obtienen por parte de empresas privadas asociadas a determinados países y no son por tanto un baremo que se pueda aplicar de manera equitativa en todo el mundo.
Falsificar estos datos es muy sencillo
Estos mapas de calor se basan en las rutas y actividades de los usuarios y no tiene mucho sentido intentar falsificarlos. Pero sí existen servicios como Fake Runner que nos permiten crear registros y carreras. Bastante útil si se nos olvidó registrarlo en su momento o si simplemente quieres autoengañarte.
En Android por otro lado tenemos múltiples aplicaciones para engañar al móvil y simular ubicaciones falsas. Ahora estamos corriendo en Barcelona y de repente estamos por la Muralla China o Central Park.
Volviendo a la polémica con Strava y las bases militares, estos mapas de calor pueden servir como indicio, pero nunca como una información confirmada y totalmente fiable.
Una apuesta por la salud
Cuantificar nuestros movimientos no es solo un juego. Toda la industria está detrás apostando por este sector ya que mejora la salud de quienes utilizan estos servicios. Si quieres ponerte en forma tener una aplicación que te recuerda los kilómetros realizados, te recomienda rutas o te pone en contacto con otros deportistas es sin duda algo muy beneficioso. Es la parte buena de la tecnología.
La parte de esta tecnología que más debemos vigilar y observar con detenimiento es la privacidad y seguridad, un punto que normalmente dejamos en manos de las propias empresas. Como usuarios debemos no solo empezar a vigilar nuestros datos sino también forzar a que las compañías nos ofrezcan todas las herramientas necesarias.
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