En esta sección recordamos aplicaciones muy populares hace unos años que por un motivo u otro han acabado cayendo en el olvido. Tras recordar aplicaciones como Titanium Backup, Pixlr-o-matic o SPB Shell, hoy le toca el turno a una aplicación que prácticamente todo el mundo con un móvil Android allá por 2011 ha tenido instalada: Advanced Task Killer.
Advanced Task Killer -y otras aplicaciones similares- llegaban en los inicios de Android para "atajar" un problema de la época: liberar memoria en un momento en el que móviles como el Sony Ericsson Xperia X10 o el Samsung Galaxy Mini se lanzaban con 384 megas de RAM. ¿Qué fue de Advanced Task Killer?
¿Qué tenía de especial?
A diferencia de otras aplicaciones que hemos cubierto en esta serie, Advanced Task Killer no era tanto una aplicación que los usuarios instalaran porque quisieran, sino más bien porque se veían en cierto modo obligados a ello por un motivo: acelerar un poco el móvil. Advanced Task Killer, o ATK para los amigos, era uno de los task killers más famosos de los inicios de Android, aunque no el único.
El concepto de task killer puede resultar extraño hoy en día, pero básicamente eran aplicaciones que te mostraban los procesos activos del móvil para que pudieras cerrar aplicaciones. La idea, no sin falta de pseudociencia y mucho efecto placebo, era que si cerrabas las aplicaciones que no estabas usando, el sistema iría más rápido y tendrías más memoria para las aplicaciones que de verdad te interesaban.
Han corrido ríos de tinta sobre la eficacia o no de estos matadores de procesos, aunque esto no evitó que una gran parte de los usuarios optaran por instalar uno "por si acaso". Al fin y al cabo, a menos que tuvieras un móvil potente de la época, en el Android de por aquel entonces era común que perdieras notificaciones o no pudieras abrir aplicaciones por falta de memoria.
Advanced Task Killer no era más que un gestor de procesos más, aunque se convirtió en cierto modo en el estándar, especialmente su versión gratis. Entre sus funciones estrella se encontraban un nivel configurable de agresividad para su modo automático y la posibilidad de configurar excepciones.
¿Qué ha sido de Advanced Task Killer?
Con el tiempo, tanto Android como los móviles Android evolucionaron, en cierto modo volviendo obsoleto el concepto de matar tareas para ganar en rendimiento. El efecto placebo sigue ahí, pero cuando el móvil deja de quejarse de falta de memoria y funciona con relativa agilidad, se te empieza a olvidar instalar aplicaciones para gestionar las tareas.
En la actualidad, Advanced Task Killer no está disponible en Google Play, aunque curiosamente hay cientos de aplicaciones que copian su nombre, icono y concepto. Si quieres un toque de nostalgia, la página web de su desarrollador original sigue activa, incluyendo el enlace de descarga para su última versión conocida, la versión 2.1.
Lo que sí encontrarás en Google Play son todo tipo de clones. A día de hoy, el gestor de tareas más popular en Google Play es Advanced Task Manager, con más de 10 millones de descargas y una nota media de 3,9 estrellas. Es una nueva generación de aplicaciones que, aunque con un aspecto más refinado, siguen haciendo exactamente lo mismo diez años más tarde: cerrar aplicaciones.
Eso sí, si nos ceñimos al Advanced Task Killer original, su estado actual es congelado en el tiempo. Si instalas el APK de su web en un terminal actual, la aplicación se abre, aunque no llega a mostrar la lista de procesos del sistema y si, intentas liberar memoria, se cierra.
¿Sigue teniendo sentido hoy en día?
Con Advanced Task Killer y similares, quizá la pregunta más relevante no es si tienen sentido hoy en día, sino si lo tuvieron en algún momento. Sin ánimo de reavivar la polémica sobre su utilidad o no aproximadamente una década después de su punto álgido, la idea más aceptada es que su concepto era erróneo, al intentar equiparar Android a como funciona Windows.
Android no gestiona las tareas como Windows. No hay un punto único de entrada ni de salida, y una aplicación que no estás usando se queda pausada o parada, sin consumir recursos adicionales. Si vuelves a abrir la aplicación, ésta está lista para volver exactamente donde estabas. Si no, el sistema la "matará" cuando necesite esos recursos para otras tareas.
Es más, cerrar tareas compulsivamente puede lograr el efecto contrario al que se desea: ralentizar el sistema. Esto sucede pues algunas aplicaciones "matadas" se vuelven a lanzar tan pronto como se cierran, usando más recursos que si simplemente se dejaran en segundo plano.
Aún si sigues considerando que necesitas un matador de tareas en tu Android, con el tiempo el sistema operativo ha ido integrando todas estas funciones. Desde la vista de recientes se ha estandarizado el "cerrar todo", las estadísticas de memoria están -un poco escondidas, eso sí- en las opciones para desarrolladores y las principales capas de personalización incluyen una app de mantenimiento para cerrar aplicaciones a lo Advanced Task Killer. Difícilmente necesitas una aplicación más para esto en tu móvil.