Vamos con un análisis retro del primer Google Pixel, un móvil con unos materiales premium y una cámara que, en 2023, sigue siendo una gozada.
Esta semana se ha celebrado el Google I/O, el gran evento anual de la compañía en el que suelen hablar muchísimo de software -este año la IA ha sido absoluta protagonista- y también suelen presentar hardware.
Hemos tenido el Pixel 7a -tienes análisis en Xataka-, el Pixel Fold y la Pixel Tablet, pero hoy quiero retroceder seis años para hacer un análisis del Google Pixel, el de primera generación. ¿Por qué? Porque lo sigo usando a diario y porque me sigue pareciendo un teléfono de lo más relevante.
Ficha técnica del Google Pixel
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Google Pixel 2016 |
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Pantalla |
Panel AMOLED de 5 pulgadas Resolución de 1.920 x 1.080 píxeles Densidad de 441 píxeles por pulgada El 69% del frontal es pantalla |
DIMENSIONES Y PESO |
143,8 x 69,5 x 8,5 mm 143 gramos |
PROCESADOR |
Snapdragon 821 |
RAM |
4 GB |
ALMACENAMIENTO |
32 o 128 GB |
CÁMARA FRONTAL |
8 Mpx f/2.4 |
CÁMARA TRASERA |
12,3 Mpx f/2.0 Sensor de 1/2,3 pulgadas Tamaño de píxel de 1,55 micras Enfoque láser |
BATERÍA |
2.770 mAh 18 W |
SISTEMA OPERATIVO |
Android 7.1 de lanzamiento Actualizado a Android 10 |
CONECTIVIDAD |
NFC Wifi ac GPS, BLONASS Bluetootn 4.2 |
OTROS |
IP53 Jack de auriculares Sensor de huellas en la trasera Pantalla Gorilla Glass 4 |
Un diseño que me sigue pareciendo premium
Algo curioso del Pixel es que tiene en la trasera el logo de Google. Esto te puede parecer una tontería, pero no deja de ser importante. Antes de los Pixel, Google tenía los Nexus, una marca para tablets y smartphones creadas junto a otros fabricantes.
Google aportaba el software y fabricantes como Samsung, HTC, LG o Huawei el hardware. Claro, el logo ‘Nexus’ aparecía bien grande en los dispositivos, pero también aparecía el nombre de la compañía que, realmente, había fabricado el teléfono.
Tras el lanzamiento del Nexus 6P de Huawei (el mejor, en mi opinión, de todos los Nexus) y el Nexus 5X de LG, Google empezó a pensar en una nueva gama, los Pixel. Estos tendrían unas directrices de diseño más firmes por parte de Google y algo que no querían los norteamericanos es que se viera el logo de otra empresa.
Ofrecieron a Huawei el contrato para hacer un Pixel, pero la compañía china se negó y Google dijo “pues vale, se lo damos a HTC”. Ya habían colaborado con ellos con el Nexus One y, de hecho, HTC antes de pasar a la irrelevancia, había sido de las compañías más importantes en Android, al menos en sus comienzos, gracias al lanzamiento de los míticos HTC Dream y HTC Hero.
Así que, el Google Pixel finalmente llegó al mercado a finales de 2016 con la ‘G’ en la trasera y sin rastro de HTC, pero vaya telefonazo se marcaron los chinos. Cuando lo sostienes entre las manos, el Pixel se sigue sintiendo como un teléfono premium.
El frontal es de cristal con una pequeña pantalla plana perfectamente enmarcada en mi modelo, el de color blanco. También salió en negro y en azul, pero el color blanco me parece muchísimo más premium.
El cuerpo es de aluminio unibody, que era lo que se llevaba en la época y que echo muchísimo de menos. Ni se ensucia como el cristal, ni es tan frágil, me flipa el aluminio para los teléfonos. Y los botones están muy bien ubicados. A ver, no deja de ser un teléfono muy pequeño si tenemos en cuenta los estándares actuales.
Algo que me encanta es que el botón de bloqueo es rugoso y en la parte inferior tenemos el puerto USB-C y dos ranuras, una para los micros y otra para el único altavoz. Es 2016, lo del audio estéreo no se llevaba.
En la trasera encontramos algo con lo que Google estuvo jugando varios años: materiales dobles. Y es que, el aluminio domina gran parte de esta zona, pero por alguna razón a Google le pareció buena idea combinarlo con cristal.
En la zona de cristal tenemos el sensor capacitivo (que no es especialmente rápido, pero que se puede usar para bajar la barra de notificaciones), la única cámara que no sobresale, el flash, sensores de luz y un micrófono.
Y sí, no me puedes negar que no es un calco del iPhone 6, lanzado dos años antes. Y también es innegable que ese óvalo para los sensores en el frontal es, como poco, antiestético.
16:9, os echaba de menos
La pantalla me sigue pareciendo buena, pero está claro que se ha quedado desfasada. Cuenta con una diagonal de cinco pulgadas y la relación de aspecto es de 16:9.
Esto es genial para la inmensa mayoría de vídeos de YouTube, aunque está claro que es una pantalla pequeñita y no te voy a engañar, en casa no me pongo a ver contenido en el Pixel, sino en mi Vivo X80 Pro o en el móvil que esté analizando en ese momento.
Lo que me gusta de este panel es que es ideal para videojuegos y crear una especie de consola ‘mini’. Puedo jugar a los juegos de Xbox Game Pass en un formato panorámico natural, sin barras negras, y como es muy liviano, no se me cansan los brazos. Es una gozada para esto, pero debido al tamaño de la pantalla, los controles ocupan mucho espacio. Es una pena que el Razer Kishi no sea compatible.
Además, creo que el panel AMOLED se sigue viendo de lujo hoy día. Es cierto que tiene el contraste un poco subido de más, pero no es algo que me moleste en este terminal. Lo que no está tan bien es que el brillo es bajo.
Mi unidad no tiene problemas con ‘azulear’, eso llegó con el Pixel 2 XL, pero el brillo no es el adecuado para días muy soleados. Esta era una de las pegas en aquellos años y, actualmente con móviles que tienen paneles mucho más brillantes, es un problema que se nota más aún.
Y el sonido tampoco es que sea la bomba. Creo que tiene pegada por sus graves, pero en general, el volumen no es muy alto y como lo subas por encima del 80%, distorsiona bastante.
El Snapdragon 821 era un horno y se quedó en Android 10
Pasando al interior, tenemos el Snapdragon 821 con 4 GB de memoria RAM y el mío cuenta con 32 GB de almacenamiento. Este almacenamiento no se podía ampliar mediante microSD y había una versión superior de 128 GB. No entiendo, ni entenderé nunca, el paso de 32 a 128 GB. O pones 64 GB como paso intermedio o, directamente, como debería haber salido: con 64 GB.
Es almacenamiento UFS 2.0, así que tampoco es lo más rápido que puedas esperar para algunas acciones y el Snapdragon 821 sigue rindiendo bastante bien. Es un quad-core con dos núcleos a 2,15 GHz y otros dos a 1,6 GHz y lo malo es que la litografía es enorme, 14 nanómetros, y mi unidad se calienta un montón.
Jugando a títulos extremadamente simples, aparte que la batería vuela, el calor es notable, pero es que ese calor también se nota bastante cuando estoy jugando a títulos en la nube de Game Pass.
Hablando de la batería, 2.770 mAh que, imagino que por la degradación de la batería, aguantan si solo uso el teléfono para hacer fotos y estar comunicado. Como haga una tarea algo más pesada, puedo ver en tiempo real bajar el porcentaje.
En el lado del sistema llegó con Android 7.1, pero se actualizó hasta Android 10. Tienes un sistema bastante reconocible, pero no cuentas con controles gestuales -solo los botones digitales- y va… bueno, aceptable.
La sensación cuando lo uso es que le pesan “los circuitos”, sobre todo cuando la batería está baja. No es ágil, claramente se ha quedado desfasado, pero sigo pudiendo utilizar Instagram, Telegram, WhatsApp en modo compañero, TikTok, Snapseed, la suite ofimática y, sobre todo, la cámara.
La verdad es que es un poco complicado hablar de un móvil que me parece tan lento después de haber analizado el POCO F5, que va especialmente fluido, pero bueno, hay que tener en cuenta que lo que tenemos entre manos es un móvil de 2016.
Ojo con la cámara del Pixel porque sigue siendo mejor que las de móviles actuales
Seguro que si piensas en Pixel, lo primero que se te viene a la cabeza es sistema y cámaras. En 2016 no se llevaba lo de montar varias cámaras, así que en este caso tenemos un angular de 12,3 megapíxeles f/2.0 con un sensor bastante pequeño de 1/2,3 pulgadas y un píxel bastante grande, de 1,55 micras.
El enfoque es por láser y los resultados me encantan. En este modelo, Google montó el sensor IMX378 que cambió por el IMX632 en los Pixel 2 y, posteriormente, por una ligerísima renovación, el IMX633 en el Pixel 3 que se ha mantenido hasta el Pixel 6a. Es flipante que Google haya mantenido un sensor desfasado durante tantos años, pero es que en el software ya sabemos que hacen magia.
En el caso del primer Pixel todavía no estaba asentado ese término de “la magia de Google” con el procesado, pero aun así hacía, y sigue haciendo, fotos impresionantes. Aunque cuenta con HDR, le falta un empujón a las zonas oscuras, pero me parece que sigue teniendo un nivel increíble en prácticamente todo tipo de situaciones.
El desenfoque natural no es muy elevado y no tenemos modo retrato, pero es el único “pero” que puedo poner a esta cámara. Bueno, y que no tiene estabilizador óptico. Y sí, solo es una cámara, por lo que la versatilidad brilla por su ausencia.
Algo que me encanta es que tiene RAW y el grano es muy, muy natural. Snapseed junto a esta cámara es un combo espectacular incluso en 2023, aunque ya te digo que la mayor parte de las fotos, sobre todo si las tiras en auto, no querrás retocarlas.
Y sí, repito, tiene ese acabado “Pixel” que hoy asociamos a las fotos con un alto contraste, pero para subir a redes sociales me siguen pareciendo muy, muy buenas. Evidentemente, que el sensor sea tan pequeño me impide tener una profundidad de campo menor, y esa es una espinita que tengo cada vez que salgo a hacer fotos con este teléfono.
Además, el enfoque a veces es algo errático y el vídeo es 4K30, sí, pero no es algo por lo que destaque el Pixel, la verdad.
Seas coleccionista o no, es un móvil que debes tener
Entonces, si la batería no aguanta en cuanto le doy chicha, si la pantalla es pequeña y con poco brillo, si la carga es lenta y el sistema está desfasado, ¿por qué lo tengo como móvil secundario? La respuesta es bastante sencilla: aparte de que me encanta su cámara debido a que no tiene el sobreprocesado de los móviles actuales, es muy pequeño y me permite estar conectado cuando quiero aislarme.
Esto significa que, como no tengo nada de trabajo en este móvil, cuando me voy de finde de semana o me quedo en casa, pero no tengo que analizar un móvil, me pongo el Pixel como principal y no tengo ni correo, ni Slack, ni alertas más allá de notificaciones de redes y la cámara.
Y, como desde hace un año lo uso casi cada semana, aprecio muchísimo lo bien que ha envejecido su cámara y, sobre todo, la comodidad de llevar un móvil de apenas 144 milímetros de alto y 143 gramos de peso en el bolsillo.
Google hizo un telefonazo en su día que sí, tenía un precio elevado, pero ofrecía una experiencia de Android muy pura y, sobre todo, una cámara que sigue siendo espectacular. De hecho, ojalá Google -y todas- siguieran procesando las fotos como lo hacían con móviles antiguos. Agradezco el excelente rango dinámico de los móviles actuales, pero la naturalidad (pese al contraste desmedido) del Pixel 1 es… alucinante.
Y ojo, no te estoy invitando a vender tu móvil o que el siguiente teléfono que pilles sea un Pixel 1, ya que vas a sufrir de lo lindo con todas las pegas que tiene un hardware y software desfasados. Sin embargo, si quieres tener en tu colección una pieza especial que incluso puedes usar para ciertas cosas, como yo, en 2023, el Pixel debería ser un candidato.
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